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Pedagogía del Liderazgo Ciudadano

Creando Capacidades para el Liderazgo Ciudadano
Enfoques conceptuales y metodológicos

Jorge Osorio Vargas

(Actualizado el 25 de julio, 2011)


1. Introducción.

El propósito de este documento es plantear los enfoques educativos de una estrategia de formación de un Liderazgo Ciudadano en las redes, comunidades e instituciones sociales.

Centrado en la idea de generar liderazgo a partir de la sistematización crítica que los (as) líderes hacen de su propio mundo experiencial y de sus aprendizajes la formación para un Liderazgo Ciudadano es un ámbito de reconstrucción de saberes prácticos y valóricos, un ámbito intencionado de conversaciones sobre lo público, y en particular sobre una nueva cultura de la sustentabilidad.

Estas afirmaciones exigen propuestas metodológicas y estilos de capacitación distintos a los predominantes, por lo que es sustantivo establecer el mapa de la “pedagogía del liderazgo” que otorgue un sentido y una racionalidad integradora a la totalidad de las acciones formativas que se emprenderán.

La formación para el Liderazgo Ciudadano es un proceso de creación y fortalecimiento de las capacidades de los sujetos y comunidades involucradas en él, para que ejerzan sus derechos y responsabilidades ciudadanas, en los ámbitos propios de su actuación pública y de acuerdo a los valores que inspiran el Desarrollo Sustentable.

Según este enfoque, el Liderazgo Ciudadano no es únicamente una competencia instrumental, sino que constituye una experiencia reflexiva y sistemática de apropiación de unas nuevas epistemologías por parte de sujetos que están insertos en redes y comunidades sociales.

El Liderazgo Ciudadano se desarrolla en el ámbito de lo público, moviliza ideas, construye agendas de trabajo, articula actores en función de fines públicos, por tanto su ejercicio siempre es intencionado, busca generar transformaciones a partir de las dinámicas particulares de las comunidades. Por esta razón, la formación para el Liderazgo Ciudadano requiere de una “pedagogía crítica” que sitúe al sujeto en su comunidad como un práctico-reflexivo y como un aprendiz crítico.

Han primado en la política y en la empresa visiones de Liderazgo, asociadas a competencias técnicas destinadas a conseguir la “conducción” eficiente y adaptativa de los grupos sociales. El Liderazgo sería entonces una racionalidad metodológica que se valida únicamente a partir de una lógica de resultados. Sin embargo, desde nuestro enfoque el Liderazgo se construye desde una condición interpretativa de la realidad, implica una práctica reflexiva y una maestría metodológica orientada por valores explícitamente declarados.

Nuestro propósito es que el Liderazgo Ciudadano contribuya a generar agenda públicas para el cambio institucional y social y cree una cultura metodológica que asocie diversas dimensiones del desarrollo de las personas, en particular el análisis, la interpretación, la reflexividad, la proyectividad crítica y las capacidades para trabajar en redes sociales.



2. Enfoques de Formación para el Liderazgo Ciudadano.

a) La formación del Liderazgo como desarrollo de la capacidad de reflexión sobre la acción y la experiencia propia.

Los saberes y conocimientos que provienen de la acción no son de segunda categoría. Aún más, es la acción propia, en cuanto un sistema de redes culturales, de toma de decisiones y de sistematización de aprendizajes sociales, el ámbito principal de la formación para el Liderazgo Ciudadano. En sentido estricto una reflexión pedagógica sobre el Liderazgo es sustantivamente una búsqueda de las posibilidades de la formación desde la acción.

Este planteamiento requiere comprender entonces el carácter o el estatuto del saber práctico y cómo organizar las condiciones que faciliten el entendimiento de la práctica por parte de los sujetos y sus significados.

Es posible definir esta pedagogía como reconstructiva, en la medida que se propone, como estrategia, cartografíar las redes de significado de cada una de las actuaciones de los sujetos. Este proceso puede llevar intencionalmente a que los participantes de un programa de formación logren entender su relación con comunidades mayores, construyan su concepto de lo público e identifiquen los distintos escenarios donde se desenvuelven (la cotidianidad, la proximidad, la institucionalidad, la política).

En este plano, la acción pedagógica debe orientarse a buscar desde el discurso de los participantes dinámicas metodológicas que hagan integrables el habla de éstos, que identifiquen las limitaciones de sus apreciaciones, busquen las maneras de hacer comunicables las opiniones propias, reconozcan la relación entre sus emociones y sus juicios. La intervención pedagógica debiera dirigirse a complejizar los contextos y poner a disposición de los participantes los saberes formales disponibles distinguiendo sus fuentes y su tradición.
En este proceso el rol del Formador será desarrollar “reflexiones sobre la reflexión en la acción”, haciendo del programa una comunidad de aprendizaje o comunidad interpretativa.

El Formador será un mediador entre el saber del sujeto y sus “sistemas de apreciación” que elabora y presenta desde una “alteridad” crítica. Por ejemplo, ante la construcción de un diagnóstico y su problematización, el Formador puede presentar contenidos que planteen preguntas a los resultados, o a los procedimientos usados para realizar el diagnóstico, puede fundamentar sus preguntas desde conocimientos acumulados en un campo específico de saber y canalizar tales informaciones hacia una nueva construcción, más compleja, pero en ningún caso ajena a su mundo de acción práctica.

En este enfoque pedagógico el “resultado” de la “reflexión en la acción” es un “conocimiento en y de la acción”, una reflexión crítica sobre las rutinas, un cuestionamiento de las formas de pensar y de actuar, un redimensionamiento de la relación de los sujetos con su entorno, un potenciamiento de la capacidad de análisis e interpretación de la propia experiencia, un saber decir acerca de las acciones que el sujeto realiza y una apertura a la concepción transformativa de la realidad, es decir una sistematización de las acciones propias como posibilidades de cambio, que es la condición primera del Liderazgo.

b) La Formación para el Liderazgo Ciudadano como creación de sujetos competentes para actuar transformando.

Si la condición del Liderazgo es la existencia de un sujeto que se apropia de la posibilidad transformativa que tiene la realidad, es preciso señalar que, desde el punto de vista pedagógico, para que ello se despliegue como un proceso social, es preciso que la dinámica identitaria del sujeto se potencie a través del desarrollo de competencias para la acción social.

En este enfoque lo que prima es una idea de formación como una maestría práctica, como un “saber hacer” resultante de una acción reflexiva y sistematizada, con pretensiones de establecer patrones de interpretación, que aunque provisorios actúen como herramienta de complejización de las acciones y de las relaciones entre el sujeto y su comunidad o entorno. De acuerdo a este punto de vista, el “saber hacer” está sostenido en una reflexión ética acerca de los fines y valores de la acción propia y de las instituciones.

La metodología que se propone es deliberativa, haciendo explícitos los procedimientos de conversación y de resolución de las controversias.

El “hacer” no refiere a prácticas instrumentales, sino a una acción transformativa sujeta a valores construidos y adoptados en los espacios sociales. Es una pedagogía que se desarrolla sobre las posibilidades de establecer una crítica a los sistemas sociales y abrir a los sujetos a nuevos mundos. Eje de este enfoque es la idea de “posibilidad”, asociada a temas generadores como “interés”, “sistemas”, “globalidad”, ”transformación”, “acción colectiva”. El “saber hacer” se dimensiona en el “saber qué” y en “saber para qué”.

El papel del Formador está en plantear a los participantes estrategias de problematización, que lo sitúen como actores de cambio, que movilicen sus dinámicas de identificación con acciones colectivas, creando condiciones para que el sujeto de la Formación construya contenidos para su Liderazgo. Hay un tránsito desde la condición de posibilidad del cambio (enfoque anterior) a la construcción de un horizonte de aproximación que lo distingue a él como actor competente y responsable de sus propios desempeños.

La metodología dialógica es la que permite construir los significados del Liderazgo Ciudadano : el Formador introduciendo mapas conceptuales pertinentes y el participante procesando la información como necesidad crítica de su proceso formativo. En este enfoque, los procedimientos metodológicos deben ser objeto de análisis para potenciar en los participantes un estado de alerta que les permita avanzar en procesos como son: las disposiciones necesarias para aprender de manera eficiente y las disposiciones para entender lo nuevo del aprender y los mecanismos de su “acumulación” (linealidad, globalización, fractalidad, etc.).

En este momento del proceso, el Formador puede tener una actitud más directiva (o provocativa) para articular el Querer Hacer (interés, motivación), el Hacer (solución de problemas), el Pensar el Hacer (reflexión de la acción propia) y el Generar Saber a través de invitaciones como: proponer desafíos y compromisos, proponer ensayos y proyectos nuevos, proponer la constitución de redes y acciones de cooperación horizontal.

Según este enfoque, un programa de formación entendido como la generación de una comunidad interpretativa puede llegar a ser una “plataforma de reflexión-acción”, construyendo agendas propias e incorporando nuevos temas a la propuesta curricular preliminar. Los responsables del programa serán los encargados de procesar estas nuevas situaciones generadas por la propia lógica generativa de la intervención pedagógica.


3. Formación del Liderazgo Ciudadana como estrategia transformativa.

Una estrategia de formación para el Liderazgo Ciudadano deberá contemplar los siguientes objetivos:


a) Estar orientada al futuro, busca generar capacidades de proyectación entre sus participantes y plantea el Desarrollo Sustentable como un ámbito de búsqueda y de actuación pública de estos.

b) Entender la formación como una experiencia dialéctica, deliberativa y colaborativa, como una búsqueda mutua y plural de nuevos significados para el Liderazgo Ciudadano.

c) Desarrollar competencias desde la experiencia de l@s líderes para mejorar la capacidad de problematización de la realidad, la identificación de problemas y el diseño de estrategias de transformación social.

d) Poner a disposición de l@s líderes las teorías existentes para explicar y complejizar sus propias experiencias, a través de la reflexión epistemológica y el conocimiento de los debates neoparadigmáticos en las ciencias sociales y en las políticas del Desarrollo Sustentable.

e) Valorar y analizar la situacionalidad de los conocimientos y promueve una reflexión crítica de las acciones propias, de tal modo que las actuaciones de los sujetos no sólo cambien las situaciones, sino que permitan las modificaciones de las formas y de los contenidos de los conocimientos acerca de éstas.

f) Elaborar el “sentido” a los saberes que traen los participantes y contextualizar las acciones individuales como parte de acontecimientos y procesos

g) Investigar las motivaciones y los intereses particulares y delibera a través de procedimientos públicos acerca de los compromisos que cada uno puede asumir a partir de las propias prácticas del Liderazgo.

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