Problemáticas emergentes de la educación de jóvenes y adultos : desafíos y necesarias definiciones. Documento de trabajo .
Jorge Osorio Vargas [1
Desde la década de los años 80 del siglo pasado la educación de personas jóvenes y adultas (EPJA) viene experimentando un déficit histórico y un rezago significativo con relación a otras políticas educativas.
El modelo “histórico” de la EPJA
desarrollado desde los años 60 se basó en las políticas de integración social,
modernización económica y de movilización social, promoviéndose como una
dimensión clave de la participación comunitaria y política de la época. Bajo
diversas modalidades, la alfabetización, la educación básica de adultos y los
programas de capacitación para el trabajo sintonizaron con enfoques educativos
participativos y una crítica a los sistemas escolares. La visión
desescolarizante de la EPJA se nutría del pensamiento de intelectuales como
Illich y Freire. En el caso de Freire su pensamiento educativo se manifestaba
además en un movimiento de educación comunitaria con una importante dimensión
política, tanto en los ámbitos rurales como urbano. En el enfoque de Freire, la
EPJA no sólo era una educación compensatoria o remedial sino una “nueva forma
de educar los sujetos oprimidos para construir una sociedad justa”
Este mismo principio dio lugar al
movimiento de educación popular que desarrolló un giro importante en la manera
de entender la EPJA asociándola a la concientización política y a la
articulación con movimientos sociales
A nivel global, el llamado “consenso
de Jomtien” (1990), hito política y retóricamente muy significativo, tuvo una
lectura simplificada en la implementación de las políticas educativas locales:
la consigna de una educación que respondiera a las necesidades básicas de
aprendizaje de la población se redujo al desarrollo de las políticas de
desarrollo de la educación básica de niños, perdiéndose el sentido que tenía el
enfoque de Jomtien.
La prioridad en la educación básica,
en la ampliación de la cobertura de los sistemas escolares, el mejoramiento de
la infraestructura y el uso de nuevos materiales educativos ocupó la
centralidad de la voluntad política de los gobiernos. La EPJA pasó a un plano
de reducida prioridad
Esto se expresó en la reducción de los
presupuestos nacionales para la EPA, la falta de liderazgo de los Ministerios
para promover nuevos proyectos, la desaparición de divisiones especializadas en
los gobiernos y en la migración de cuadros técnicos. La EPA quedó reducida a
programas compensatorios, nivelación de estudios y la alfabetización básica.
Los procesos económicos y la
aplicación de políticas “modernizadoras” en la segunda mitad de los años 90 del
siglo pasado permitieron una apertura de la EPJA hacia la capacitación y a la
formación para el trabajo. Sin embargo, este ciclo ha tenido problemas
estructurales serios al no articular la EPJA con el mejoramiento de la
educación técnica, no sintonizar la EPJA con las demandas de las economías
locales y regionales de manera diversificada, pero sobre todo al privatizar el
sistema de capacitación que dejó a la EPJA orientada a la formación para el
trabajo como prisionera de una oferta restringida e instrumental de parte de
las empresas de capacitación.
La falta de incentivos, subsidios y
reconocimiento de las necesidades de la población restó toda capacidad de
desenvolvimiento y autonomía a las personas que potencialmente deseaban
capacitarse según sus propias decisiones.
Otro tema ausente en los proyectos de
EPJA ha sido la realidad de la deserción escolar que provoca una presión
juvenil creciente hacia los sistemas escolares de EPJA. Por ello, la EPJA
comienza a abrirse a la denominación de educación de jóvenes y adultos, sin
embargo, existe una desorientación política e institucional al respecto. No
existen ni las infraestructuras, ni los docentes, ni las metodologías para
enfrentar este nuevo dato.
Ente 1997 y 2000 se elaboró un cuerpo
de planteamientos para sacar la EPJA de su enclaustramiento y articularla con
las reformas educativas que venían desarrollándose en el continente. En 2000 ya
estaban disponibles, también., las primeras evaluaciones nacionales y de los
propios organismos internacionales en relación a los déficit de las políticas
educativas banco -mundialistas y comenzaba a plantearse el tema de la calidad
de los aprendizajes como eje central, así como la reforma de la educación secundaria,
de las condiciones laborales de los docentes, los nuevos curriculum y una
necesaria vinculación del sistema escolar con las familias y el desarrollo de
su capital cultural.
Desde los 2000, los planteamientos
que, desde una posición crítica, hemos realizado sobre la EPJA han sido:
- Empoderar la EPJA en las reformas
educativas, mejorando las dotaciones ministeriales, su capacidad de incidencia
en el diseño de las políticas y la ampliación del gasto público para la EPJA
- Redefinir el sentido de la
alfabetización y la educación básica de adultos en consideración de la
participación creciente de jóvenes, reconociendo sus culturas y sus diversas
maneras de aprender.
- Establecer políticas formales de
EPJA en los países fortaleciendo la investigación y la sistematización de los
proyectos, de los procesos y de los resultados de estas políticas
- Fortalecer mediante convenios y
cooperación la acción mancomunada de los servicios estatales de la EPJA con las
organizaciones privadas o de la sociedad civil.
- Abrir la EJPA y sus proyectos a la
realidad de la nueva ruralidad y de la incorporación de las particularidades
culturales y lingüísticas de las comunidades indígenas.
- Asociar la EPJA a las políticas
sociales y culturales estableciendo nuevos espacios y territorios físicos y
culturales para su desarrollo, convergentemente con el trabajo de educadores
sociales y populares.
- Adoptar un criterio territorial en
la EPJA, dándole más autonomía a los gobiernos locales para establecer sus
programas compensatorios de manera articulada con las proyecciones y
necesidades de los clústeres productivos regionales.
- Definir la EPJA como una inversión
en capital social y cívico: asociando la EPA con los procesos institucionales
de educación ciudadana y medioambiental, en conjunto con instituciones no
gubernamentales y universidades.
- Definir la EPAJ no más desde una
perspectiva residual (como educación de lo residual y meramente compensatoria)
sino como una educación para la autonomía, la creatividad, las acciones
colectivas y las expresiones de las personas en los todos los ámbitos del
desarrollo humano (arte, cultura, música, historia)
- Generar programas de formación de
docentes de personas adultas en una perspectiva de “pedagogía social” y de
facilitación de los procesos de participación de las personas adultas en los
ámbitos públicos y en los que se crean a través de las redes sociales y las
nuevas tecnologías de la comunicación.
- Fortalecer los estudios y la
investigación teórica y empírica sobre los nuevos contextos en que se
desarrolla la EPJA: que contribuya a definir sus sujetos, sus sentidos, sus
pedagogías
Nuestra opinión es que estas tareas
deben asumirse desde un enfoque de EPJA
centrado en el desarrollo de capacidades y formación de sujetos. Ciertamente,
todo en un marco aún ambiguo acerca del rol y pertinencia de los sistemas
escolares de EPJA y la búsqueda de una “institucionalidad” de la EPJA que
responda a los nuevos desafíos descritos y que se asuma como un espacio de
trabajo cultural Es preciso, por
ejemplo, darle a los sindicatos u otros movimientos sociales, capacidad e
instrumentos para optar y orientar programas educativos, que potencien su
calidad de sujetos y su capacidad de expresión y de desarrollo humano.
No es el momento de desarrollar en
este texto el fundamento del “enfoque de capacidades” en la EPJA, pero bástenos
señalar el giro que se imprimiría en la EPJA si nos planteáramos, como
horizonte de sentido de la misma, cuestiones como: el desarrollo en los sujetos
de la capacidad de auto comprenderse; la capacidad para dotar a la propia
actividad de un sentido; la capacidad para verse desde la perspectiva de los
demás; la capacidad de acordar con otros llevar a cabo proyectos de justicia.
En el marco de lo que hemos señalado
es preciso generar acciones y alianzas entre entidades que trabajan en la EPJA
para configurar un liderazgo intelectual y promover que los actores vinculados
a la EPA en los países tengas motivos para desarrollar proyectos tanto en el
ámbito de la EPJA desarrollada en el sistema educativo como en la educación
social y comunitaria.
Uno de los temas claves es la
necesidad de abrir un campo de debate sobre las definiciones de la EPJA con la finalidad de orientar sus propios
cambios
Actualmente circulan varias
definiciones que están condicionando el desarrollo de la EPJA.
Desde la perspectiva de los “servicios
educativos públicos” se considera la EPJA como un “beneficio”, lo que la sitúa
como una política social remedial y asociada a una acción con actores
“residuales”. Estos actores son considerados como “destinatarios” y están
sujetos a un régimen de enseñanza rígido y estandarizado. Lo que define a los
participantes es su condición general de “rezagado” sin considerar la
diversidad social, cultural o etaria de estos.
Otra definición común de la EPJA,
poniendo el acento en sus
“destinatarios” , es considerarla como una educación para desempleados o
jubilados que necesitan nivelar sus estudios sea por su necesidad de optar en
el mercado de trabajo o por el valor simbólico de tener sus estudios básicos o
secundarios completos en el caso de los jubilados.
Una tercera definición es la de la
EPJA como formación o capacitación para el trabajo, lo que sitúa a la EPJA, con
mayor o menor pertinencia e institucionalización según los países, en el ámbito
de los sistemas de calificaciones y certificación de competencias según los
criterios de las empresas.
Una cuarta definición es la que
considera a la EPJA como un proceso tanto “reglado” como “no formal” que es
parte del derecho humano a desarrollar una “educación para toda la vida y en
todos los ámbitos del saber”. Esta definición es la que domina en los
documentos internacionales, y constituye, por lo general, el lenguaje
políticamente correcto de muchos países de la región.
Consideramos que es este último
enfoque el que nos permite conceptualizar de manera promisoria una EPJA
centrada en las necesidades de aprendizaje de los sujetos, repensar la dinámica
de la demanda social por la EPJA y diseñar nuevas formas institucionales para
una política pública de la EPJA. Del mismo modo este enfoque es un adecuado
telón para estudiar lo que significa la EPA como un fenómeno cultural complejo
que involucra diversos actores, sus culturas, sus lenguajes, su género sus
edades, sus territorios, sus saberes, sus organizaciones y sus “sentidos” o
proyectos de vida.
Si la centralidad de la EPJA está en
los sujetos del aprendizaje podemos de igual manera plantearnos temas como la
demanda por desarrollar la EPA en los lugares de vida y de trabajo de los
participantes; la resignificación de la lecto-escritura en una sociedad / red /
digital; la redefinición curricular según territorios y poblaciones
participantes (pueblos originarios, migrantes y desplazados, personas con
necesidades especiales)
Sin embargo, la adopción de este
enfoque trae consigo plantearse a modo de un programa la relación de la EPJA
con las necesidades de formación de los sectores productivos y sus empres, y
por consiguiente dilucidar la capacidad del modelo económico actual para
satisfacer una población que llega a ser “más educada”, pero sin asegurarse que
tal condición se exprese en el acceso a empleo decentes y justamente remunerados. De igual manera es
preciso diseñar una ruta alternativa a esta visión “laboral” o “profesional “
de la EPJA resignificándola como una educación para el desarrollo humano, donde
la competencias y capacidades de los sujetos se forman no solamente para
responder a las exigencias de la economía de mercado sino principalmente a los
requerimientos del “buen vivir”, de la participación ciudadana y del
potenciamiento de la capacidad humana de actuar, pensar, imaginar y comunicarse
en la sociedad actual que exige reflexividad y la socialización de los conocimientos como condición para el
desarrollo de una “sociedad de sujetos viviendo en igualdad y justicia”.
Luego de lo que hemos señalado, se
abre una agenda de investigación y formación de los y los actores principales de la EPJA de gran relevancia:
- Generar espacios de investigación,
de estudios y de debates participativos y públicos en torno al significado del
enfoque del “aprendizaje para toda la vida” en la definición de políticas de
educación de nueva generación (acceso, integralidad, reconocimiento de saberes,
nuevas alfabetizaciones, intersectorialidad, autonomía regional, participación
de los sujetos de la EPJA, nuevos ámbitos de la EPJA, etc.)
-
Desarrollar investigaciones narrativas que permitan conocer las
necesidades y el “mundo cultural” de los participantes actuales y potenciales
de la EPJA
- Analizar y evaluar los programas
actuales de EPJA, sus conceptos base sobre la enseñanza-aprendizaje y las
capacidades profesionales de los docentes para iniciar el diseño de un salto
cualitativo de su institucionalidad y marcos curriculares.
- Analizar la EJPA que desarrollan las
entidades privadas de capacitación profesional con subsidios o exenciones
estatales, para evaluar su pertinencia, sus metodologías de aprendizaje y su
pertinencia para promover el desarrollo del capital cultural, laboral y cívico
de sus participantes, para iniciar el diseño de un sistema nacional de
aprendizaje con base territorial
- Investigar la contribución y la
inversión que realizan organizaciones no gubernamentales, organismos de
educación popular y otras agencias ciudadanas en el desarrollo de la EPJA
potenciando sus trabajos educativos, en especial los que realizan en los ámbitos
de la educación ciudadana, ambiental y comunitaria.
- Desarrollar programas de formación
de investigadores-as y promotores-as de la EPJA capaces de actuar en los
cambios curriculares, metodológicos e institucionales que la EPJA requiere en
la época del COVID 19: empoderar a los y
las docentes de base de la EPJA dotándolos de facultades para hacer de sus
establecimientos educacionales espacios comunitarios y de promoción de la
capacidad de autogestión del desarrollo local de los entornos de sus
estudiantes y de sus comunidades de pertenencia
- Dotar las política de EPJA de
enfoques territoriales y de pertinencia cultural que resitúen la identidad sus centros
educativos en relación a proyectos
públicos de desarrollo sustentable y de
plena capacidad para enfrentar los desafíos de contar con servicios de
seguridad humana y de salud comunitaria primaria. Esta condición debe
trascender las bases curriculares únicas para todo el país para que las
regiones y los distritos educacionales generen sus propias estrategias curriculares con
proyección tanto en los centros reglados como en la educación comunitaria
Post CONFINTEA VII: Hacia una educación de personas
jóvenes y adultas que democratice los
aprendizajes en tiempos de emergencias sociales, culturales políticas y
climáticas
El año pasado se
realizó en Marruecos la séptima Conferencia Internacional de Educación de
Adultos (Confintea VII) convocada por la UNESCO con participación de gobiernos
y organizaciones de la sociedad civil y, a través de su Marco Acción , aprobado
unánimemente , se plantean desafíos que justifican nuestra opción de
desarrollar un giro paradigmático en las políticas de la educación de personas jóvenes y adultas
Al 2022-2023 identificamos siguientes factores que
dificultan la marcha de la EPA:
a) Fragmentación de las
políticas de la educación de personas adultas (EPA) en el continente, y
disolución de una visión común de la EPA como factor de fortalecimiento
comunitario, democratización y contrabalance del poderío e influencia política
de sus gestores estales.
b) Incapacidad para
incorporar la EPA al núcleo duro de las reformas educativas en curso y de sus
prioridades financieras.
c) Tendencia a valorar
la EPA principalmente en cuanto herramienta de modernización de las economías
vía programas de capacitación para el trabajo.
d) Dispersión de las
investigaciones referidas al campo pedagógico y social de la EPJA.
e) Prescindencia del enfoque de
educación para todos en las políticas educativas, a pesar de la apropiación de
su discurso.
f) Incapacidad para entender que
la superación de las desigualdades educativas pasa por fortalecer el capital
cultural y los recursos comunitarios de los sectores populares.
g) Déficit de participación
ciudadana en el desarrollo de las políticas educativas; y, por lo mismo,
desconexión de la dinámica de las organizaciones y movimientos sociales y
comunitarios con las reformas educativas, con la consecuentemente escasa
atención al tejido sociocomunitario como espacio educativo.
h) Déficit político y financiero
para potenciar políticas que superen las brechas digitales abriendo nuevos
canales para la educación permanente y continua, lo que quedó en evidencia con
la emergencia educativa durante la pandemia del covid-19.
i) Carencia de un enfoque de
las reformas educativas como procesos culturales que cubran todo el ciclo de la
vida y no solo como reformas escolares para la población infantil y juvenil.
j) Dificultad para entender los
procesos de alfabetización y de EPA en contextos que, por su diversidad,
requieren la incorporación de enfoques interculturales, multilingües e
inclusivos.
k) Incapacidad de los gestores
públicos para valorar la EPA desplegada por centros de educación popular,
basados en las comunidades, sobre temas como los derechos humanos, el
medioambiente, la igualdad de género y la economía social, entre otros,
invalidando el ingreso, en las agendas oficiales, de enfoques y metodologías
innovadoras a partir de una pedagogía comunitaria.
Al 2022-2023 identificamos procesos promisorios de
la educación de personas jóvenes y adultas basada en la comunidad
Junto con los
aspectos nombrados, que nos advierten sobre los puntos críticos de la EPA en la
última década, es preciso señalar algunos procesos promisorios que están
indicando caminos de innovación y cambio:
a) Fortalecimiento
de instancias regionales de promoción [1] y desarrollo de
políticas de EPA, con lo que se han generado redes de intercambio y producción
de conocimiento cuyo principal liderazgo continental ha recaído en el Consejo
de Educación Popular de América Latina (CEAAL).
b) Investigaciones
sobre la trayectoria de la educación popular en el continente, que revaloran el
contenido político crítico de la educación en un contexto de modernización
acelerada de varias economías, de democracias limitadas y de globalización
asimétrica creciente. La EPA ha sido despolitizada también en el ámbito
oficial, y urge replantear su propia economía política y su refundación
partiendo de las comunidades y sus territorios.
c) Diversificación
de los actores de la EPA, especialmente en los países multiculturales, con la
creación de entidades, autoridades y programas de importante significación para
una EPA sustentada en procesos identitarios y de apertura hacia la creación de
modalidades educativas propias de las comunidades indígenas.
d) Redes
de universidades que están potenciando la práctica y la reflexión de la
investigación-acción, asociadas a redes comunitarias y al desarrollo cultural
de las localidades.
e) Potenciación
de la educación ciudadana mediante acciones que usan nuevos medios de
comunicación, radios y televisión comunitarias, junto al despliegue, en el
ámbito de las políticas educativas, de iniciativas de incidencia pública que
parten de movimientos docentes y de organizaciones de la sociedad civil
democrática.
f) Creciente
participación y desarrollo de control ciudadano de parte de entidades no
gubernamentales de las políticas educativas, lo que aboga en favor de nuevos
enfoques para la EPA.
g) Nuevas
formas de educación terciaria que abren su oferta educativa a la formación
continua; esto, a través de regímenes flexibles que desarrollan el enfoque de
validación de saberes locales que permiten el desarrollo de modalidades
institucionales capaces de responder a la diversidad de las trayectorias
formativas de las personas y de sus comunidades.
h)
Basar las nuevas políticas educativas y sus reformas curriculares en una
definición clave: construir una cultura biocéntrica que nos haga responsables
del cuidado del planeta, que sea pro consumo sustentable , pro economía circular y promotora de
comunidades que gestionen sus espacios de vida en sintonía con los eco-sistemas
de base.
Al 2022 -2023 promovemos cauces políticos de la educación de
personas jóvenes y adultas basada en la comunidad
Habiendo señalado los
obstaculizadores y las potencialidades de la EPA, nos parece apropiado señalar
algunas definiciones que, a nuestro entender, permitirían orientar los cauces
políticos de una EPJA basada en la comunidad y democratizadora, entendida como
una herramienta estratégica para construir una sociedad justa e igualitaria. En
tal sentido, es preciso:
1. Fortalecer el liderazgo de los actores de la
EPJA en los gobiernos democráticos y en las organizaciones de la sociedad
civil, para que se reconozca el derecho humano a aprender durante toda la vida,
y que, como tal, se exprese en las políticas educativas.
2. Reconstruir, en un sentido democrático, los
programas orientados a fortalecer las capacidades necesarias para el pleno
ejercicio de la ciudadanía económica. Esto implica avanzar hacia una
democratización del debate sobre las políticas económicas y una adecuación de
la EPJA a las exigencias del desarrollo de las regiones y las localidades, para
el mejoramiento de sus condiciones de vida y en favor del ejercicio del derecho
a un empleo decente y a una formación continua. Hace falta exigir inversiones
públicas y la reestructuración de los sistemas de educación para el trabajo,
especialmente en aquellos países donde estos sistemas están privatizados.
3. Ampliar, en las políticas educativas, la
noción de espacios de aprendizaje,
para valorar a las familias, las comunidades, los barrios y otros ámbitos de
socialización como locus educativos,
de fortalecimiento del capital cultural, de reconocimiento de los saberes
locales y de creatividad. Para ello, es preciso conjuntar las acciones
educativas escolares con las políticas culturales y de fomento a la lectura
propias de las bibliotecas, los centros culturales, las escuelas de barrio y
las universidades regionales, construyendo un espacio de actuación
sociopolítica que distribuya el poder del conocimiento y potencie los
aprendizajes y saberes locales. De manera especial, es importante apoyar a los
gobiernos locales y las asociaciones independientes que trabajan con esta
perspectiva.
4. Es fundamental fortalecer la disputa por las
agendas nacionales y globales referidas a la educación, buscando el
reconocimiento de los países de manera real y evaluable; asimismo, la adopción
de criterios y estrategias globales que apunten hacia una democratización
igualitaria del acceso y la calidad de la educación —incluidas todas las
modalidades de la EPJA—, y estableciendo puentes flexibles y móviles de esta
con la educación técnica y la educación terciaria, mediante itinerarios que
promuevan el pleno acceso a los centros educativos públicos y definan
propuestas curriculares inclusivas socialmente y pertinentes a las identidades
culturales y lingüísticas de las comunidades.
Esto último implica
un acuerdo o pacto por una nueva generación de políticas educativas. Asimismo,
supone el recambio de los gestores de las reformas que han fracasado y quienes
han sido refractarios a reformas igualitaristas; e, igualmente, el desarrollo
de liderazgos popular-ciudadanistas que partan de las organizaciones de la EPA,
además de la generación de nuevas opciones de inversión socioeducativas
centradas en una “visión de cambio”[2] y referidas al
desarrollo humano democrático y ecológico, así como su manifestación en los
procesos educativos.
Las comunidades son,
en estos tiempos, espacios de recreación del sentido de la EPJA, así como
fuente de recursos culturales y de incidencia en las políticas locales, con la
cualidad de vivir, en lo cotidiano, las necesarias salidas a los dilemas
civilizatorios actuales: cuidado de la vida, generación de saberes comunitarios
para confrontar emergencias, sentido de mutualidad y reciprocidad, capacidad de
autogestionar sus educaciones y la autoformación de sus educadoras y educadores
—ancestrales y comunitarios— y construcción de puentes epistémicos para
democratizar el conocimiento como un bien común.
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