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Notas para el estudio bio-textual de los paradigmas transformadores generados en dictadura y su porfiada actualidad

 


Jorge Osorio Vargas



 (Presentación en Seminario Educación, Desarrollo Humano y Justicia Social , Facultad de Medicina , Universidad de Valparaíso, Reñaca, septuembre, 2019)




El título de esta presentación es pretencioso, pero muy atrayente.  Pocos o casi nadie se han atrevido a hacerlo parte de sus investigaciones de tesis. Es una historia no suficientemente contada. Los años de la dictadura también fueron años de una emergencia creativa y de sentido común quizás pocas veces en la historia de nuestro país. Una gran cantidad de testimonios, relatos, informes de investigación, registros audiovisuales esperan exploradores y exploradoras para documentar y actualizar los modos de cómo la “sociedad popular” (usando la expresión de Gabriel Salazar) durante la dictadura creo recreo modos de concebirse y convocarse desde la adversidad como comunidades de producción de “otros modos de vida”. La sociedad popular como sujeto de otro modelo de “desarrollo humano” (que incluyó lógica estratégica, emergencia emocional, solidaridad, expresividad corporal y artística , resignificación de las relaciones de hombres y mujeres  en la vida cotidiana , educación popular , nuevas economías  locales, humor y recreación ) entre otras ni menos importantes dimensiones)

Lo que espero en esta presentación es trata de plantear cómo durante la dictadura y en el proceso de diseño e implementación del llamado modelo neoliberal  en nuestro país  con sus consecuencias dramáticas en términos de represión política, anulación del ejercicio de  los derechos humanos , segregación territorial, ,  privatización de los servicios sociales básico , inseguridad alimentaria en los sectores populares y desempleo masivo ( post crisis de fines de los años 70  e inicio de los 80) entre otras consecuencia fue posible que se desarrollaran procesos de reconstrucción de vínculos sociales de auto ayuda , de resignificación del hábitat o territorios populares en una perspectiva de resistencia, cuidado y  generación de economía locales para asegurar condiciones básica de consumo, alimentación y distribución, de implementación de redes culturales, artísticas  y de comunicación alternativa, de generación de programas extendidos de educación popular y de salud comunitaria de emergencia , de talleres de afirmación de los derechos de las mujeres  y de autoconciencia corporal, de desarrollo personal y de atención a la salud mental de la víctimas de la represión  y de los-as que sufrían el daño del despojo de derechos sociales conquistados durante década en el marco del llamado “Estado de compromiso” ( cuyo fin escenifica  el golpe del 1973) , de recuperación de antiguas tecnologías campesinas que innovadas con la ingeniería básica de las llamadas “tecnologías apropiadas”  creaban circuitos de agricultura familiar campesina  y de intercambio entre comunidades ( una ecología social en acción precursora del posterior  movimiento ambientalista cuyos actores sería protagonistas de estas experiencias de radical intento de cambiar las condiciones de relacionarse con la producción, el consumo  y el medio ambiente ) . Ya entrada la década de los años 80 se ampliaban las redes de este “desarrollo alternativo” que para varios-as adquiría el sello de una “política de la vida”, como solíamos llamar a este movimiento alternativo, del “otro desarrollo”, y a posteriori usando la consigna de Manfred Max Neef y de Antonio Elizalde, “desarrollo a escala humana”. No quedaban fuera de este movimiento los llamados “talleres del miedo” que nos capacitaban en la lucha no-violenta callejera donde se conjuntaban las metodologías de los grupos de encuentro de Rogers y la pedagogía liberadora de Paulo Freire.

Mirado a distancia podemos comprender cómo la relevancia de estas experiencias comunitarias eran posible  por varios factores:  uno de los principales era la noción de la ocupación de los territorios como un espacio de redes , de protección y resistencia, de expresividad cultural y de apertura a nuevos paradigmas  de desarrollo humano  bajo un pacto de recíproco protagonismo entre el movimiento poblacional, las parroquias , los equipos de educación  popular y un emergente sindicalismo territorial .

Un segundo factor, y sobre el que queremos referimos hoy, fue la potenciación mutua entre la disponibilidad comunitaria a participar localmente y las estrategias de Investigación-Acción que desarrollaban centros de estudios, ongs y profesionales que desde el trabajo de sus proyectos sistematizaban sus prácticas  , elaboraban materiales de capacitación  e impulsaba teorías  de rango intermedio, que procuraban asociar esta iniciativas de “desarrollo local” con  marco de análisis globales… Lo que se llamaba la estrategia del “macetero al potrero”

Lo que yo quiero plantear es que bajo la dictadura hubo o emergió  un modelo de desarrollo multidimensional  generado desde “abajo” que tuvo originalmente una dimensión de resistencia , que , sin embargo, llegó a constituir social y culturalmente una nueva propuesta de sociabilidad humana , una cultura de reciprocidad y cuidado , nuevas maneras de entender y practicar el consumo ( el “comprando  juntos”) , una resignificación del territorio local  en cuanto tejido social inclusivo, la generación de capacidades de liderazgo distribuido, en el cual las mujeres tuvieron un protagonismo especial, dándole al liderazgo un sello  catalizador de los “público y lo privado”( véase la histórica consigna de este movimiento de mujeres ochenteras : democracia en la calle y en la casa ) , la constitución de una red de profesionales que fueron capaces de ir más allá  del “extensionismo” y de la promoción popular de los años 70 generando metodologías de facilitación, acompañamiento, diálogos de saberes, Investigación-Acción y apropiación de la consigna del  “intelectual orgánico”  - facilitador de la emergencia de lo popular –

Todo este conjunto de prácticas y de “teorías” configuraron ciertamente lo que Martin Hopenyand llamó un “humanismo crítico” al momento de estudiar las formas de producción de conocimientos sociales durante la dictadura, y que  junto a Luis Weinstein, Antonio Elizalde y otros-as llamamos “nuevos paradigmas en educación y desarrollo humano” y cuyos contenidos están en los cuatro libros del Arco Iris que editamos juntos desde fines de los años 80 años.

Por qué ´preferimos hablar de “nuevos paradigmas”. Pues entendíamos que los procesos de transformación global, las iniciativas de economía popular solidarias, el desarrollo local como propuesta de resignificación del protagonismo popular en el gobierno de las localidades y ciudades, la emergencia de nuevos movimientos sociales  y de la redefinición de las relaciones de  estos con los partidos políticos y la política en general (verbigracia los movimientos ecologistas y pacifistas en Europa y la emergencia de los Partidos Verdes) ,  la necesaria y urgente  revisión de los marcos ideológicos  de la izquierda global y nacional tanto por la derrota de la Unidad Popular  como por el derrumbe  de los socialismos reales en el este de Europa  y las cada vez más importantes refundaciones  del rol que los profesionales de lo social debían  asumir  para darle sustentabilidad a las experiencias del “otro desarrollo” implicaban un giro epistemológico.  Una transición de los modelos mecanicistas, racio-céntricos del trabajo social y comunitario a modelos sociocríticos, holísticos, sistémico, ecológicos.   Y en este contexto es que el pensamiento complejo de Edgar Morin y  los  icónicos libros de Frifjof Capra El Punto Crucial y de Morris Berman  El Reencantamiento del  Mundo  se convirtieron en una plataforma para darle , por una parte, solidez a   los procesos epistémicos y políticos  que estaban a la base de nuestros proyectos de desarrollo humano, y , por otra parte,  vincularnos con  movimientos intelectuales y centros de estudios globales que estaban  sistematizando para América Latina lo que posteriormente se universalizaría como “desarrollo sustentable”. Entre ellos el Grupo Esquel al sur de Argentina, los grupos de Desarrollo Humano de Max Neef y Elizalde, los programas de desarrollo endógeno de Fals Borda en Colombia, la escuela del capital sinergético que Sergio Boisier desarrollaba en ILPES-Cepal y las teorías del Desarrollo Local de Arocena en Uruguay y Guimarães desde los bordes de la CEPAL. No menor sería la influencia posterior de Humberto Maturana y Francisco Varela al introducirnos en una biología cultural del amor, que avant la lettre, pusieron las bases de las posteriores psicología, economías y pedagogías del Cuidado y de la Reciprocidad (Carol Gilligan y otros) y de las filosofías y políticas del reconocimiento de los comunitaristas actuales como Walzer, Taylor y otros. Esa biología cultural del amor vino a darle “nombre” académico a la política de la reconstrucción del tejido social que las organizaciones de base y algunas ongs desarrollaron como la estrategia de sociabilidad alternativa y de resistencia a la precarización y a la represión. Lo que Bosco Parra llamaría una alianza popular contra el daño. Y magistralmente , desde la experiencia local, vino a releer y amplificar la pirámide de las necesidades de  Maslow  en perspectiva de “otro desarrollo humano”, cuya pertinencia y relevancia actual en 2019   hoy  tendemos a leer como  procesos sólo salidos de la literatura  y de las investigaciones de los organizaciones internacionales ( digamos  los índices de Desarrollo Humano de Sen y del PNUD, la teoría de las capacidades humanas de Naubaum  y los enfoques del “ bienestar subjetivo, la seguridad alimentaria, el empleo decente de la OIT, los determinantes sociales de la salud de la OMS.

La pregunta que nos queda plantear es  por qué esta energía cultural , social e intelectual quedó residual en la políticas post 1990 , por qué el Enfoque del Desarrollo a Escala Humana no fue el sustento de la política sociales de la primera transición ( que reiteró la focalización neoliberal como el camino), por qué no fue posible que la economías locales  solidarias y las campesinas de agricultura familiar  fueran fortalecidas como un sector social de la economía , por qué la propuesta Maturana -Varela de política educativa entregada a Ricardo Lagos , el primer ministro de Educación de la transición, tuvo oídos sordos y se prefirió el enfoque tecno-modernización  del Informe Brunner, por qué  el desplazamiento ( u huía, fuga, travestismo) de los profesionales del nuevo paradigma  volaron al Estado  y entraron en un encrucijada que sortearon por la vía del pragmatismo, el marco lógico y la desciudanización  y-o despolitización de sus roles intelectuales  y de sus perfiles profesionales.

Habría que terminar con la canción de Serrat: nunca es triste la verdad, lo que no tiene remedio.

 

 

 


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