Jorge
Osorio Vargas
Enero
2023.
La crisis global es una oportunidad
para la configuración de nuevas formas de acciones colectivas en todo el
planeta. El discurso que cruza transversalmente estas movilizaciones es la
democratización del poder, de la economía, de la educación. Los educadores-as
no son actores ausentes, a la inversa: junto a los estudiantes conforman una
poderosa expresión ciudadana de carácter global. La educación y sus
instituciones convencionales están en discusión de manera sustantiva. No sólo
por un asunto de acceso y calidad a los servicios escolares, sino por su
incapacidad para entregar nuevas respuestas a los cambios globales, y para
orientar a las personas y sus comunidades hacia una sociedad justa y
sustentable. |
En este contexto global, lo propio
de la contribución de los movimientos emergentes de la educación de las
personas jóvenes y adultas está siendo configurado por algunas claves
fundamentales, tales como: - La crisis nos lleva a plantear
nuevas formas de entender el “desarrollo humano”: para ello la educación se
entiende como un proceso de creación de capacidades de las personas y sus
comunidades, que las habiliten para organizarse, expresarse, asociarse,
actuar en redes, entender las coordenadas de la actual crisis y participar en
la generación de una “opinión pública global y local” crítica y deliberante - La educación debe plantearse, como
tema crucial, los contenidos de una transformación paradigmática del
pensamiento social, político y económico, que imagine y cree las condiciones
culturales de un nuevo modo de “configurar” el futuro - El futuro y la sustentabilidad
social y planetaria (eco-política) son núcleos vitales de una propuesta
educativa en los actuales tiempos de movilización. Esta propuesta implica
desarrollar una pedagogía ciudadana que habilite a los jóvenes y a todas las
personas a manifestarse como sujetos activos; para ello las instituciones
escolares y comunitarias deben abrirse a descubrir nuevas modalidades de
aprendizajes, de concebir las aulas y el rol de los-as docente y de la
relación de las escuelas con sus comunidades y sus entornos eco-sociales - Construir nuevos paradigmas
educativos para enfrentar las urgencias del
presente es una consigna global que impacta en los educadores-as, en
cuanto los hace responsables de los aprendizajes que las comunidades
necesitan desplegar para crear un capital cívico y un poder ciudadano
suficiente que llegue a ser capaz democratizar la política y distribuir
socialmente el poder. - Existe una capacidad virtuosa de
los educadores para hacer emerger una sociedad justa y sustentable: junto a
otras profesiones sociales y a voluntarios-as y activistas, los educadores-as
producen bienes simbólicos y culturales invisibilizados en una economía neo
–liberal , y que son las bases para el “buen vivir” , tales como la educación
de los afectos, de la solidaridad, la reciprocidad, la confianza y el
diálogo, el respeto de la diversidad , la no-discriminación y el aprendizaje
de los derechos humanos. El trabajo educativo-comunitario debe ser valorado y
reconocido en los parámetros económicos convencionales, y de esta manera
hacer evidente la contribución del trabajo educativo de base a la convivencia
humana. Esta constatación debería potenciar la autoconciencia del poder de transformación
que tienen los educadores-as y ponerlo a disposición de los movimientos
sociales: promoviendo los aprendizajes necesarios para desarrollar sujetos
críticos y activamente responsables con el presente y futuro de las
sociedades y del planeta. - La educación de personas jóvenes y
adultas es una tarea compleja por la diversidad de los contextos culturales
en los que se desarrolla, por los tipos de instituciones escolares y
no-escolares que la implementan, por los sujetos sociales que participan y por
la multiculturalidad de sus propósitos: por ello, estamos requeridos de
desarrollar de pedagogías plurales, críticas, multi-versas y acrecentar los
contingentes docentes que esté dispuestos a potenciar sus prácticas
profesionales , a través de comunidades y movimientos que sistematicen sus
saberes y sus desafíos, a la vez que acentúen su auto convicción acerca de su
fundamental rol en la búsqueda de nuevos paradigmas bio-civilizatorios . - La dimensión educativa de las
movilizaciones globales, en todas las regiones del planeta, está dejando,
como aprendizaje, en los movimientos de educadores-as, la necesidad de
conjuntar el pensamiento pedagógico y las prácticas docentes con los
movimientos de cambio paradigmático que emergen en la sociedad. Las experiencias recientes de la EPJA
global (especialmente del Sur Global) se han identificado algunas tendencias
de este “giro epistémico, político y pedagógico”: a) El entendimiento de la realidad
como una trama compleja en la cual los sujetos se constituyen desde matrices
culturales y de género diversos, para desarrollar una educación para el
buen-vivir, la justicia social y ecológica b) La valoración de una
ética del cuidado y de reconocimiento de las demandas de los
“invisibilizados” y “ausentes” por la dinámica de los poderes del
neoliberalismo. c) El fortalecimiento de
instituciones y políticas educativas capaces de responder a las exigencias de
una democracia participativa que reconozca el derecho a disfrutar los bienes
del conocimiento distribuidos y socializados a través de las instituciones
educacionales públicas y de las iniciativas comunitarias de “soberanía
educativa” en los territorios. |
Los
desafíos cruciales de la EPJA ante las realidades que nos interpelan exigen avanzar hacia nuevos paradigmas de actuación política
y pedagógica. Sobre los principios del derecho humano a la educación durante
toda la vida y de la justicia educativa
como sustento de una sociedad justa e inclusiva las nuevas estrategias públicas
y comunitarias de la EPJA deben consideras los siguientes grande
propósitos:
-
Una EPJA que se funda en el desarrollo capacidades humanas fundamentales (cognitivas, culturales,
lingüísticas, ciudadanas, tecnológicas) para habilitar a las personas y sus comunidades como sujetos protagónicos de la vida
política y asegurar su acceso a los
bienes culturales comunes.
-
El “enfoque de desarrollo de capacidades”
asegura que las personas que participan
en la EPJA acrecienten sus
potencialidades, sus libertades y sus proyectos de vida en una cultura de aprendizaje
comunitario animado por pedagogías
dialógicas, críticas en inclusivas
-
Los y las participantes de la EPJA – en sus
diversidad cultural, etaria, lingüísticas – requieren respuestas
institucionales -públicas sustantivas a
través de servicios educacionales descentralizados gratuitos
y abiertos a los aprendizajes que los tiempos actuales demandan como son
el “saber convivir”, el “saber aprender”, el “saber ecológico”, el “saber
intercultural”
-
Junto a los sistemas públicos de EPJA los
países deben fortalecer las redes y organizaciones que realizan la educación
comunitaria de personas adultas orientadas a la participación ciudadana, a la
defensa y promoción de los derechos humanos, al cuidado de la biodiversidad y
salud del planeta y a generar vías de formación técnico profesional acordes con
los requerimientos de la economía digital y aceleradamente tecnológica.
-
La EPJA debe desarrollarse integradamente con políticas sociales,
culturales, ambientales y económicas que
contribuyan a la democratización de los conocimientos y a la justicia educativa
-
Para tales fines es condición implementar
políticas de EPJA sostenidas en consensos nacionales y locales fruto de
procesos de participación ciudadana que
definan periódicamente las agendas prioritarias
, los recursos financieros y pedagógicos necesarios , el perfil y las competencia de los y lasa
docentes de la EPJA y la actualización
con pertinencia de los marco de aprendizaje – o curriculares- de tal forma que sean contribuyentes a los
principios anteriormente indicados.
-
La EPJA debe desarrollarse como un movimiento colectivo (Estado,
gobiernos locales y organizaciones de base articuladas en redes) consciente de
los desafíos actuales y globales de la
educación como son la defensa de la Vida (de su biodiversidad natural y cultural), a
preservar la salud del planeta , a
actuar responsablemente en la transición
climática y a combatir toda forma de
discriminación y humillación humana.
-
La EPJA como
una educación de la VIDA es parte importante de procesos culturales que descolonicen
el poder y los conocimientos para que estos se distribuyan con equidad entre
todas las personas y comunidades y lleguen a ser un patrimonio compartido. Por tanto, la EPJA
combate los epistemicios y promueve la
riqueza de la diversidad cultural y lingüística.
-
La EPJA no debe dejar atrás a ningún
colectivo humano y su tarea de justicia
educativa debe expresar en el desarrollo de programas de amplia cobertura en
territorios amenazados por la crisis climática, por la industria extractiva,
por el despojo de sus artes y
agriculturas locales y crecientemente empobrecidos. En tales territorios
deberán movilizarse las agencias públicas y los movimientos de educación
popular para implementar, junto a estos colectivos amenazados y excluidos,
procesos de recuperación de la soberanía educativa y de empoderamiento social y
ciudadano.
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