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Ciudadanía y Sustentabilidad: fortaleciendo la democracia como "valor en efectivo"

Ciudadanía y Sustentabilidad.
Fortaleciendo la democracia como “valor en efectivo”

Jorge Osorio Vargas


( Actualizado el 10 de febrero, 2011)

I

En esta presentación deseo partir señalando que la constitución de sujetos y de discursos es siempre dinámica. Hay desplazamientos en la política; cambios “cartográficos” en la sociedad; procesos globalizadores que ponen en situación de “riesgo” a la democracia, a las instituciones y al pensamiento. Pero, sobre todo, hay un cierto nomadismo, esto es, una búsqueda intensa de ruta, una opción por no “quedarse pegado”, por buscar alternativas, por escuchar nuestra revueltas íntimas, por politizar nuestros fracasos recientes y pasados, por confiar en nuestra naturaleza social de productores de palabras y en el poder de esas palabras , en el don de poder que tienen las controversias sobre todo cuando se desarrollan en momento cruciales, en encrucijadas. Pienso que la época que vivimos es una de ella. Nos interesa trabajar por radicalizar la democracia y entendemos que la llamada “sustentabilidad” no es una ideología sino un sentido común , una manifestación del recurso moral dela humanidad , del patrimonio universal de la generosidad que , más allá de todos los fascismos ,racismos y fundamentalismo, permanece como una credencial humana que no caduca. Desde este sentimiento quisiera hacer esta presentación.

En los discursos y en las movilizaciones ciudadanas globales de principio de siglo Ciudadanía y Sustentabilidad configuran una unidad virtuosa. Como conceptos tienen historias distintas, pero en la práctica convergen como expresión de un proyecto de radicalización de las democracias y de activación de redes ciudadanas temáticamente diferentes pero convergente en sus fines políticos.

Ciudadanía refiere, en primer lugar, a un atributo jurídico de la democracia, cual es el reconocimiento, protección y ejercicio de derechos civiles y libertades públicas reconocidas en un Estado de Derechos. En sentido estricto, podemos decir que esta definición tiene como fuente genuina la tradición liberal-democrática de ciudadanía. Una agenda de fortalecimiento de la ciudadanía en este ámbito se relaciona con las reformas políticas-institucionales que permitan formas de participación directa, iniciativa popular de ley, libre acceso a la información del gobierno, accountability pública , control ciudadano de las políticas gubernamentales, gestión participativas de los presupuestos locales , incorporación de la revocación de mandato de los representantes elegidos por votación popular, la democratización de los gobiernos regionales modernización del sistema de partidos políticos, marcos reguladores de la relación dinero-política , por nombre aquellas demandas ciudadanas que tienen más sentido de oportunidad en Chile actualmente. En este plano el concepto de ciudadanía se vincula con el respeto cabal de los derechos humanos y es un verdadero test de calidad democrática de la institucionalidad del Estado en un nivel fundamental.

En segundo lugar, Ciudadanía remite a dos dimensiones culturales de gran significación: a) el respeto de la diversidad, la tolerancia, la integración, la no – estigmatización y no-discriminación sea por la razón que fuese. En este plano, distinguimos demandas como un marco legal que sancione la no discriminación, el respeto delos derechos de los emigrantes y el cumplimiento de los compromisos internacionales y multilaterales que el Estado chileno tiene en estos ámbitos, y ; b) el reconocimiento de las comunidades y organizaciones de la sociedad civil como actores que deben ser valorados , consultados , integrados y sujetos , a través de instituciones formales, del control ciudadano de la gestión pública y de las autoridades , más allá de la función constitucional de fiscalización que ejercen la institución parlamentaria y otros órganos contralores del Estado. Este reconocimiento del “sujeto ciudadano” es clave para fundar una democracia de accountability (es decir una democracia sujeta al control ciudadano formal , que dispone de un sistema de acceso a la información que el Estado produce y capaz de dar cuentas públicas a los colectivos sociales) .


En tercer lugar, la Ciudadanía debe entenderse como una relación social, un proceso comunicacional y deliberativo, que reconoce identidades colectivas de distinto signo que configuran la democracia como un espacio de diversidades. Por esta razón podemos hablar de “ciudadanía compleja” , es decir de una ciudadanía que necesita, para desarrollarse, la existencia de un capital cívico y social que permite estándares básico de confianza, existencia de procedimientos formales o informales para resolver conflictos por la vía no-violenta, y colectivos o comunidades organizadas de diferente manera que generen en la sociedad las capacidades estratégicas de toda democracia , como son la argumentación, el diálogo, la creación de acuerdos sociales, la participación comunitaria. Existe una relación directa entre la calidad de la Ciudadanía y el capital cívico y social existente en la sociedad. De esta afirmación podemos desprender la importancia estratégica que tiene , en este sentido, la educación ciudadana, tanto la que se desarrolla en el sistema escolar como en la educación comunitaria o popular, con jóvenes y personas adultas. La educación debe contribuir a que la Ciudadanía se exprese como poder comunicacional.


En cuatro lugar, la Ciudadanía es un proceso de producción social de valores, es decir, de generación de recursos morales cívicos y sociales. Remite a un realidad normativa democrática, es un mecanismo de resguardo códigos fundamentales , formales, como los derechos humanos , o bien otros de carácter sujetivos o voluntarios como son la solidaridad, la generosidad o el voluntariado social, que no están resguardados formalmente , pero que sí pueden ser promovidos en vista de radicalizar el altruismo democrático. Si la Ciudadanía es un “pacto” de los ciudadanos-as para el resguardo de recursos morales fundamentales y obligatorios para la democracia, ésta puede ampliarse en la medida que la propia sociedad decida darle más amplitud a esa Ciudadanía ( por ejemplo, podríamos hablar de una Ciudadanía memorial, es decir, de una condición asumida por los ciudadanos-as y sus representantes para que nunca hay prisión , desaparición de personas y tortura por razones políticas).






II


La Ciudadanía, es una forma de producción de valores e innovaciones en la sociedad . Es decir es una invención social que se genera por la acción de comunidades y movimientos sociales. Y como tal puede llegar a ser sometida a disputa: pueden existir ciudadanías de baja intensidad y ciudadanía radicales, más o menos amplias. En nuestro país, el modelo de gobernabilidad de la transición ha sido el de una ciudadanía de mediana o baja intensidad. Ha existido un acuerdo social para consolidar las instituciones democráticas y en este ámbito los resultados son favorables. Sin embargo, como las dinámicas sociales a principio de este siglo son muy dinámicas las expectativas sociales en tono a la calidad de la democracia son mayores que las realidades existentes, por el impacto que genera en el imaginario democrático las agendas globales y el efecto demostrativo que tiene las buenas prácticas ciudadanas o gubernamentales, lo que es rápidamente socializado a través de las redes. Por ejemplo, es anacrónico desde el punto de vista de lo políticamente correcto no incorporar en las legislaciones nacionales figuras como el Defensor del Pueblo o la Iniciativa Popular de Ley Otro tema que está en la agenda global de buenas prácticas es el de los presupuestos participativos a nivel local y regional y nuestra institucionalidad aún se resiste a su desarrollo formal.


Es evidente que los cambios necesarios para mejorar la calidad de la democracia no sólo requieren movimientos ciudadanos concertados y activos sino también una permeabilidad a los cambios en el Estado y la generación de una cultura participativa en la gestión pública. Lamentablemente no se observa en nuestro país un debate político de fondo acerca de la necesidad de ampliar el ejercicio democrático y generar los procedimientos e instituciones necesarias. En los próximos días ( febrero 2011) se promulgará oficialmente la Ley de Participación Ciudadana, iniciativa originada en el gobierno de Ricardo Lagos. Veremos cómo se comporta el sistema político ante las exigencias institucionales que trae consigo la aplicación de esta ley.






III




En mi opinión el fortalecimiento de la Ciudadanía en Chile implica atebder los siguientes aspectos:

1. Requerimos que las organizaciones de la sociedad civil y los movimientos ciudadanos desarrollen un liderazgo público abierto y desde un pluralismo incluyente. Es la única manera de poner en valor la diversidad y fortalecer la Ciudadanía como poder comunicacional y de convencimiento capaz de forzar acuerdos que profundicen la democracia.
2. Las organizaciones de la sociedad civil y las organizaciones política deben conseguir aumentar la inversión en capital social, como una condición para la calidad de la democracia. Y para que este capital social se efectivo debe transformarse en movimiento cívico, en recurso moral y comunicacional de la democracia. En este sentido “invertir” significa crear capacidades en la sociedad para participar desde las comunidades y las asociaciones ciudadanas en acciones “intangibles” (control y participación ciudadana, formación, etc) pero de gran rentabilidad social , pues conducen a subir los umbrales de confianza en la sociedad y aumentan las competencias cívicas de deliberación. Este “capital” generado en la sociedad , especialmente en los sectores populares, acrecienta también el capital social popular y las condiciones culturales de estos sectores , lo que en sí mismo es un factor pro activo de las políticas educativas . Esta lógica de pensamiento lamentablemente no siempre tiene audiencia en los que elaborar y toman las decisiones en políticas pública. Esperamos un cambio en este aspecto. Es otra condición de sustentabilidad para la democracia de calidad.

3. Es fundamental promover una cultura de innovación . Sistematizar prácticas y conocimientos en aquellos “casos” donde sea posible identificar resultados exitosos a partir de práctica democráticas de proximidad y de cooperación público-privado (gobierno-organizaciones de la sociedad civil). Las políticas públicas en clave de un paradigma de complejidad implica un estado “socialmente” activo, que se acredita con la sociedad, que moviliza los recursos ciudadanos para potenciar la legitimidad y el consenso de sus actuaciones, a la vez que favorece la autonomía de las organizaciones. Esta apuesta por valorar el “argumento” y el “actor” sociedad civil permite una mejor y eficiente gestión del “riesgo” que implican los procesos de globalización. “Riesgos” en el sentido de desafíos y no de amenazas, como son los procesos de multi-culturalidad y de las “autonomías”, y su impacto en la vida cotidiana, en la cultura , en la educación y en los derechos civiles. En este plano podemos decir que la Ciudadanía tiene a considerarse también como pertenencia a “redes críticas” , es decir instancias que están en condiciones de gestionar y producir conocimientos y socializar aprendizajes desde “abajo hacia arriba”, lo que pone en cuestión toda fórmula de democracia elitista y excluyente, basada en redes pre-modernas (como el parentesco, las cuotas, etc). Para terminar este punto, podemos decir que los movimientos sociales pueden ser considerados comunidades de aprendizaje orientadas a generar poder ciudadano vis a vis las políticas públicas.



IV


Expresemos ahora qué significan estos planteamiento en el tema de la sustentabilidad ambiental específicamente. En primer lugar , es preciso partir de una pregunta ciudadana general : ¿qué estrategia ambiental? Considero clave ciudadanizar la agenda ambiental Y preguntarnos los contenidos y las estrategias para enfrentar un conjunto de temas que están de manera evidente poniendo los hitos de tal agenda: a) la necesidad de una gestión integrada de los recurso naturales y de conservación de la biodiversidad; b) la reducción del impacto de las actividades productivas sobre el medio ambiente invirtiendo en ciencia y tecnología para generar formas productivas sustentables.; c) una nueva cultura pública sobre los residuos y el agua; d) la racionalización y renovación de los patrones de la producción y consumo energético; e) la gestión integrada del ordenamiento territorial; f) la modalidad de autoridad pública en medio ambiente; g) la educación para el desarrollo sustentable como formación ciudadana y generadora de capacidades para participar en la gestión local y en las redes de aprendizaje ambiental; g) la refundación de la ruralidad; h) los espacios públicos y la vertebración del país como “corredor de la multi-versidad cultural y cultural. Lo importante es que este proceso de ciudadanización de la agenda ambiental no se haga como un reverdecimiento de la motivación política, sino como un reverdecimiento de la motivación estratégica. Hay diferencias en ambos casos.

Hablando de la Ciudadanía ambiental , y retomando los hilos iniciales , podemos decir que la Ciudadanía es la expresión de una política de la Vida , en cuanto es producción de lo común, desde las singularidades, sino como hibridación-diversidad, como nomadismo-desplazamientos , como acumulación de revueltas íntimas y politización del deseo.

Correspondería ahora hacer el ejercicio de cómo “funciona” esto en relación a la ciudadanización de la agenda ambiental, cuyo tema lo hemos puesto en referencia. Lo que no podemos perder de vista, a mi entender, fundar una nueva República, que implica ruptura con cualquier sumisión, con la censura y la auto-limitación y “emprender” desde plataformas ciudadanas y políticas una democratizacion a fondo del sistema de representación política , potenciando el principio cuidadano auto-constituyente, en cuanto estrategia de “aparición pública” , de afirmación de poder comunicacional , de generación de recursos morales para la actuación democrática de los actores ciudadanos. Debemos mirar cómo se manifiestan estos planteamientos en los reajustes de las coalisiones políticas actualmente en la oposición en el país.

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