Novela Histórica y Extrañamiento: tensiones y pleitos entre la meta ficción y la historiografía
Jorge Osorio Vargas
I
Seymour Menton (1993)[1] puso en la agenda el concepto de Nueva Novela Histórica Latinoamericana (NNHL) a partir del análisis de obras escritas en nuestro continente entre 1979 y 1992. Menton reconoce que su interés por este fenómeno surgió al darse cuenta de las semejanzas que existían en varias novelas de autores como Alejo Carpentier, Antonio Benítez Rojo, Mario Vargas Llosa, Abel Posse, Carlos Fuentes y Fernando del Paso, entre otros. Su primera constatación fue que la NNH compartía con las novelas del "boom" su muralismo, su afán totalizante, el erotismo y la experimentación estructural y lingüística. Sus fuentes fueron novelas como El Arpa y la Sombra (1979), El Mar de las Lentejas (1979), La Guerra del Fin del Mundo (1981), La Tejedora de Coronas (1982), Los Perros del Paraíso (1983), Noticias del Imperio (1989) y La Campaña (1990). También incorporaría a su corpus inicial El General en su Laberinto (1989) y otras obras, que Menton considera dirigidas al mercado masivo, como Trama (1987) de Carlos Montaner y Los Pecados de Inés Hinojosa (1986) de Próspero Morales Padilla. Sin embargo, aunque no calzan con su periodificación, Menton consideraría relevante incorporar en este grupo de obras fundacionales de la NNH a Yo el Supremo (1974) y Terra Nostra (1975).
Menton no podía sustentar su trabajo sin previamente entrar al campo de las definiciones, para permitirse distinguir la NNHL de otras novelas históricas escritas en el continente en épocas pasadas. En primer lugar, reserva la categoría de novela histórica a aquellas novelas cuya acción se ubica total o parcial o predominantemente en un pasado no experimentado por el autor .Por esta vía, Menton deja fuera de su definición a novelas que, a pesar de sus dimensiones históricas, abarcan aunque fuese parcialmente, períodos históricos experimentados por el autor, como sería el caso de La Muerte de Artemio Cruz (1962), Sobre Héroes y Tumbas (1962), Conversación en la Catedral (1969), El Recurso del Método (1974), La Novela de Perón (1985), y novelas que abarcan varias generaciones familiares como Cien Años de Soledad por que la generación más joven coincide con la del autor En segundo lugar, Menton excluye de su definición a las novelas cuyos narradores o personajes están situados en el presente o en un pasado reciente, pero cuyo tema principal es la recreación de un personaje lejano, como es el caso de Los Cuatro Reyes de la Baraja (1991) de Francisco Herrera Luque.
El parte aguas entre la novela histórica latinoamericana tradicional (la romántica, modernista, criollista según la distinción de Menton) (p. 35-36) y la NNHL es El Reino de este Mundo (1949) de Alejo Carpentier: en ella todos los personajes son históricos de categoría menor o mediana, los grandes próceres están ausentes, existe un concepto cíclico de la historia. Sin embargo, para Menton, Carpentier (El Siglo de las Luces (1962), Concierto Barroco (1974), El Recurso del Método (1974), La Consagración de la Primavera (1978), El Arpa y la Sombra (1979)), no es el único fundamento de la NNHL. También reconoce en esta función la obra de Jorge Luis Borges, Carlos Fuentes y Augusto Roa Bastos, cuya orientación narrativa estaría amalgamando los seis atributos que Menton asigna a la NNHL, y que constituyen sus señas de identidad:
1. La subordinación de la reproducción mimética de cierto período histórico a la presentación de algunas ideas filosóficas difundidas en las cuentos de Borges: como son las imposibilidad de conocer la verdad histórica o la realidad, el carácter cíclico de la historia y su carácter imprevisible
2. La distorsión consciente de la historia mediante omisiones, exageraciones y anacronismos.
3. La ficcionalización de personajes históricos a diferencia de la propuesta de Walter Scott y Luckacs de protagonistas ficticios.
4. La meta ficción o la interpretación del narrador sobre el proceso de creación.
5. La intertextualidad.
6. Los conceptos bajtianos de dialogismo, carnavalización, parodia y heteroglosia, exageraciones humorísticas, relevancia del cuerpo y del sexo
Es importante destacar las "causas" de este llamado "auge" de la NNHL, según Menton. Entre las más importantes señala: el efecto demostración que provoca que los más destacados y reconocidos novelistas del boom incursionan en la novela histórica; el interés por el pasado reciente en situaciones de gran impacto universal; el significado y la movilización cultural que provocó el quinto centenario de la llegada de Colón a América. Esta última razón es para Menton la más explicativa del auge de la NNHL, no siendo casual para varias de las novelas mas paradigmáticas como El Arpa y la Sombra, Terra Nostra y Los Perros del Paraíso estén centradas en el personaje Colón. Una demostración del efecto "quinto centenario" sería la novela de Augusto Roa Bastos Vigilia del Almirante (1992). Pero este acontecimiento cultural no sólo refirió a la figura de Colón, sino también a temáticas de fondo como son la identidad latinoamericana, la situación de los pueblos originarios y el valor de la interculturalidad.
Junto con el enfoque de Menton, que debemos valorar por su carácter pionero, existen otros puntos de vista y que han dado lugar a investigaciones y a relecturas del planteamiento del propio Menton. La definición de base es que la NNHL como la expresión de continuidad de la narrativa de Carpentier y Fuentes, que se nutre de dispositivos bajtianos y de la "filosofía" de Borges. La dimensión bajtiana de la NNHL le daría un carácter crítico y de resistencia a las formas tradicionales y "profesionales" de contar la historia. En ese sentido, la NNHL plantearía un "pleito" a la historiografía. A su vez, la influencia Borges se expresaría en una especie de licencia para ficcionar la historia de tal manera que lo cíclico y lo "asombroso" queden patentes en una nueva forma de narrar y "metaficcionar" la historia latinoamericana.
II
María Cristina Pons [2], reconoce, como Menton, que las novelas históricas escritas en América Latina en los últimos decenios del siglo XX han puesto a este "olvidado" género en un primer plano y con carácter completamente innovador. Existiría, en su opinión, un cambio radical en el género. A nivel de nomenclatura, Pons, no habla de NNHL, sino emplea expresiones como "novela histórica de fines de siglo", "novela histórica reciente", "novela histórica contemporánea", aunque en general reconoce la valía de nombrar a este corpus narrativo como "nueva novela histórica".
Lo más decisivo para definir esta NNHL, según Pons, es que se caracteriza por elaborar una relectura crítica y desmitificadora del pasado, a través de una reescritura de la historia. Esta reescritura incorpora una explícita desconfianza hacia el discurso historiográfico en sus versiones oficiales, permitiéndose reflexionar la posibilidad de conocer y reconstruir el pasado histórico oficialmente documentado y conocido desde una perspectiva diferente .
Este punto, puesto en agenda por Pons, deja más claramente planteado el pleito que la NNHL genera con la historiografía, que pretendemos sea uno de los ejes en el desarrollo de esta tesis. La NNHL usa o se basa en documentos históricos para legitimar lo narrado, y al mismo tiempo, para cuestionar la historia oficial y, por tanto, la práctica historiográfica.
En este sentido, la NNH es una modalidad crítica para entender el tema del "archivo" como expresión central del oficio del historiador (recordar mi interés de plantear la NNHL como una "teoría" desarticuladora del "archivo".El archivo desde la NNH también se usa para desenterrar personajes o acontecimientos marginales, desconocidos o silenciados por la historiografía. En otros casos, la documentación histórica se utiliza para describir detalles abrumadores, nimios, que se confunden con lo imaginario, lo asombroso y la fantasía.
Otra característica de la NNHL, según Pons, es cuestionar los documentos históricos ya reconocidos por la comunidad de los historiadores, ya sea porque se sospecha han sido falseados o mutilados, poniendo en duda la legitimidad de la escritura oficial de la historia.
Pons también define la NNHL por sus estrategias narrativas, entre las que menciona: la ausencia de un narrador omnisciente y totalizador; la presencia de diferentes tipos de discursos y sujetos de dichos discursos; la presencia de anacronías históricas; la creación de efectos de inverosimilitud; el uso de la ironía, de la parodia y lo burlesco; y el empleo de una variedad de estrategias y formas autor reflexivas que llaman la atención sobre el carácter ficcional de los textos y de la reconstrucción del pasado. Para Pons, la NNHL: cuestiona la verdad, los héroes y los valores de la historia oficial; presenta una visión irreverente de la historia; cuestiona la capacidad del discurso de aprehender una realidad histórica y plasmarla con fidelidad en el texto; y problematiza el papel que desempeña el documento en la novela histórica y la relación entre ficción e historia.
El interés de fondo de Pons es indagar el por qué se produce esta renovación de género con la NNHL, considerando, señala ella misma, que la novela histórica siempre ha sido un género residual. De pronto, en América Latina, en las últimas décadas, pasa a tener un carácter emergente, genera nuevas prácticas narrativas y se establece como una referencia cultural notable vis a vis la historiografía. A Pons, le interesa relacionar la NNHL y los cambios de las formas culturales . Así, la NNHL es la manifestación del fracaso de los proyectos revolucionarios de los años 50 y 60 en América Latina y de las crisis políticas de los años 70. Pons, señala que este fracaso o derrota, que genera un aislamiento impuesto por el poder, traslada el recurso subversivo a la literatura. La autora va más allá, sosteniendo que la NNHL es la expresión de los cambios simbólicos y materiales de las últimas décadas, y junto con los factores políticos, también valora las modificaciones que se producen en la sensibilidad cultural global asociada con la "condición post moderna". Si todo lo sólido se desvanece en la post modernidad, también la historia. Estaríamos en una especie de "post historia", si por ella entendemos una condición de absoluto cuestionamiento e incredulidad a la historia de los historiadores, valorándose a diferencia de las elaboraciones totalizantes de la historiografía otras estrategias narrativas que vendrían a responder a la "crisis de sentido" de la historiografía y de la propia historia, a través de los diarios de vida, autobiografías, memorias y de las mismas nuevas novelas históricas que disputarían a la historiografía el "sentido" de la historia.
Pons reconoce que la NNHL tiene atributos de lo que se ha llamado narrativa post moderna, sin embargo, no debate si esto es esencialmente así. Sólo reconoce que la NNHL tiene muchas características como tal, y para ello, se basa en los estudios sobre poética post moderna de Hutcheon[3]. Este punto tiene que dar lugar a un desarrollo completo, a partir de Hutcheon, que identifica la NNH con postmodernismo literario vis a vis la posición crítica de Jameson que identifica la NNH como "ahistórica" en la medida que "borra" o "cancela" el tiempo, convirtiéndolo en un pastiche: sin tiempo, dirá Jameson, no hay cambios, no hay historia[4].
Pons piensa que no es tan importante que definir si la NNH es o no una narrativa post moderna, sino plantearse de qué manera la NNHL es una respuesta no sólo a los cambios socio históricos, sino también un dilema trágico de la Modernidad.
Como se ve. , el horizonte de Pons es mucho más abarcador que el propósito que se planteaba Menton, que pretendía fundamentar la NNHL como un fenómeno emergente, hacer notar sus distinciones, pero no poner el tema en la agenda del debate modernidad-postmodernidad
En el caso de Pons, el concepto de narrativa post moderna lo toma de los trabajos de Hutcheon y McHale[5]; de Hutcheon el concepto de meta ficción historiográfica para señalar aquella ficción histórica que se enclava dentro del marco teórico y conceptual de la postmodernidad, y cuyas características son: la problematización del concepto de verdad única y objetiva y la postulación de la existencia de varias verdades; la preferencia por figuras históricas excéntricas y marginales; el énfasis puesto en la cuestión de la subjetividad en el recuento del pasado y la reflexión sobre la posibilidad del conocimiento de la realidad histórica en la medida en que todo lo que se reconoce de esa realidad es a través de remanente textuales. Esta meta ficción historiográfica plantea, además, el problema de la interpretación que implica la textualización del pasado, no sólo desde el punto de vista del cómo conocemos el pasado, sino del estatuto ontológico del documento histórico que también implica un proceso de textualización e interpretación.
McHale, por su parte, identifica como ficciones postmodernas aquellas en las que el dominante es una fractura irreversible de las fronteras ontológicas y del concepto de identidad: una de las características de la ficción postmoderna sería para McHale la violación de las limitaciones impuestas por la novela histórica "clásica" respecto de la incorporación de material histórico en el mundo de la ficción, a través de procedimientos narrativos, tales como el cuestionamiento o rechazo del documento público o de la historia oficial, sacando a la luz lo que fue oculto o suprimido, desarrollando anacronías históricas, intercalando lo histórico y lo fantástico, parodiando la novela histórica clásica o inventando historias apócrifas. McHale habla de novelas históricas revisionistas para referirse a las obras que se elaboran con estos atributos.
Para Pons es evidente que la situación exige renovar los estudios que permitan reajustar la noción de novela histórica, lo que es más pertinente aún, dado que, según la autora, en los últimos años la narrativa latinoamericana hace referencias permanentes a la historia, pudiéndose hablar de "categorías" como la "novela del dictador", las "novelas testimoniales" y las "novelas políticas". Pons propone reconsiderar los rasgos fundamentales de este género bajo la nueva producción de novelas en los últimos años, pero de manera más importante le interesa plantear la historicidad misma del género.
Sustentándose en Luckacs, que sostiene que las transformaciones del género se asocian con los cambios socio históricos[6], Pons señala que sólo este enfoque "dialéctico" nos permitirá entender la novedad del género, y a la NNHL como una "institución sociocultural". Yo coincido con la necesidad de preguntarnos por la historicidad de la NNHL, sin embargo, no me parece que ésta se refiera a los términos que insinúa Pons, es decir, la búsqueda de una nueva policiticidad, luego del fracaso de las reformas y de los movimientos políticos de la segunda mitad del siglo XX.
Pons precisa que la NNHL tiene elementos de la "vieja", y señala que en ella hay varios recursos propios de la novela de Scott, como la recuperación de un pasado olvidado y reconstruido desde abajo, la versatilidad de las fuentes de las que se vale, la valoración de las tradiciones orales, la conciencia de estar haciendo ficción y la desconfianza en el lenguaje para aprehender la realidad histórica.
¿Dónde está lo nuevo? :lo "nuevo" de la NNHL está en su revisionismo histórico, que se expresa en el tratamiento de documentos contradictorios, mal leídos u ocultados interesadamente, es decir, en su condición de llegar a ser una especie de "teoría de las lagunas históricas", según la expresión de Jitrik[7]. La trasgresión, la recuperación de "lo perdido", la refuncionalización de las convenciones de la novela histórica clásica, el nuevo trato del archivo (todos elementos característicos de la NNHL) sólo constituyen una "novedad" si cumplen una función crítica y revisionista del poder.
Otro elemento que definiría la "novedad" de las NNHL es que éstas no sólo ponen el acento en que toda escritura y reescritura de la historia es subjetiva y no neutral, sino que también llaman la atención a la relatividad cultural del objeto mismo de dichos discursos. Y aunque Pons reconoce que esta característica no sólo es propia de la NNHL, sino de la ficción histórica post moderna en general, según los criterios de Hutcheon y McHale, asigna a la NNHL una distinción clave: es una crítica a las meta narrativas, empezando por la propia historia,
La resistencia a la meta narración se manifiesta es la estrategia de "hablar de los márgenes", desde los excluidos, desde "fragmentos" cuestionadores de la "totalidad".
Digamos, por último, que Pons, sin entrar en el análisis de fondo deja evidencias de que la NNHL es una expresión de una narrativa post moderna. Este es un tema que debemos analizar, refiriendo además el tema más allá de lo literario. Pues adoptar tal interpretación de la NNHL implica hacer dialogar su fenómeno con el conjunto de dimensiones que tiene la post modernidad (epistemológica, éticas, política, estéticas).
III
Karl Kohut ha incursionado más de lleno en describir e interpretar la NNH en el marco de la post modernidad (1997)[8]. Aparte de reconocer el carácter de comodín que ha adquirido el término post moderno, Kohut no rehuye la tarea, reconociendo que el mismo término moderno es ambiguo. Postmodernidad sería tanto una categoría meta histórica como una categoría histórica que define el fin del siglo XX.
En términos directos, el planteamiento de Kohut, luego de revisar la literatura correspondiente, es el siguiente: desde el principio de los años 60 hasta mediados de la década siguiente las novelas más significativas se caracterizaron por su fondo ideológico, por su utopía socialista, y en la forma literaria por su aspiración a la novela total. Si la post modernidad, se caracteriza por el ocaso de los meta relatos, este proceso se puede notar en los años 70 con novelas como Terra Nostra y Yo el Supremo: en ellas, la utopía se convierte en contra utopía, así como Abaddón se podría interpretar como una reflexión sobre la imposibilidad de escribir una novela total. Así, señala Kohut, en América Latina, el post modernismo no es un paradigma nuevo, sino un tipo peculiar de trabajo sobre las ruinas de la modernidad, saqueando su léxico, agregándole imágenes premodernas y modernas.
Sin embargo, un punto central del debate sobre la post modernidad es clave para el tema que nos interesa: ¿La post modernidad se define por su relación al pasado o por su relación con el presente? Hutcheon definió la postmodernidad en su relación con el pasado, y con ello, puso a la novela histórica como una expresión propia de la misma. Para otros, en que modernidad se asocia a una realidad completamente "presentizada", la novela histórica es un fenómeno marginal. Kohut, valora la NNHL como uno de los fenómenos más importantes y "salientes" de la producción novelesca actual y su significado lo asemeja a la primera "revolución" que significó la aparición de la novela histórica en el romanticismo.
Para Kohut, la NNH no representa la única forma de interés por el pasado. Otras formas artísticas y la propia historiografía, las memorias, las biografías, la escritura popular son manifestación de este interés. Por lo tanto, la relevancia del estudio de la NNH no se justifica en sí misma, sino en relación a la indagación por el interés en el pasado como un fenómeno manifiesto de nuestra época (p. 20) que no se restringe a las élites, sino a toda la sociedad. Postmodernidad e interés por la historia son parte de un mismo proceso cultural. La postmodernidad condiciona la novela histórica y la narración histórica fija un campo temático a la postmodernidad [9]
IV
Fernando Ainsa analiza la cuestión de la invención literaria y la reconstrucción histórica en la nueva narrativa latinoamericana[10]. El planteamiento de Ainsa podemos resumirlo de la siguiente manera: historia y ficción son relatos que pretenden reconstruir y organizar la realidad a partir de componente pre-textuales (acontecimientos reflejados en documentos y otras fuentes históricas), a través de un discurso dotado de sentido, gracias a la puesta en intriga y a la escritura que mediatiza la selección.
El discurso narrativo resultante, sigue Ainsa, está dirigido a un receptor que espera que el pacto de la verdad (historia) o de lo posible y verosímil (ficción) se cumpla en el marco del corpus textual. El asunto está en que en algunos casos, según Ainsa, la literatura sintetiza mejor la historia de un pueblo, colocando los casos de La Biblia, La Ilíada, El Mio Cid, La Canción de Rolando y As Lusíadas.
Este "patrimonio" o paternidad literaria sería evidente también en América Latina, según Ainsa: la ficción no sólo reconstruye el pasado, sino que lo inventa, lo funda, le da una forma y un sentido. Por ejemplo, difícilmente pueden entenderse los Andes Peruanos fuera del contexto del "mundo" de Ciro Alegría o de Arguedas, o la cultura guatemalteca sin Hombres de Maíz.
Así visto este tema, la NNHL puede representar una reacción a la modernidad anglosajona que pudiera tener sus fuentes en el barroco hispánico y que para varios autores hoy es un depósito y una fuente para reivindicar un patrimonio cultural propio, por un lado, y dar paso a discursos, instituciones y actores excluidos por el poder y por la historia. Ainsa sostiene que la problematización de la identidad y del pasado histórico latinoamericano a partir del discurso ficcional, pone en evidencia contradicciones y tensiones, que enriquecen la cultura y que la NNHL es una expresión de "libertad" para llenar los "vacíos" de la historiografía. Esta relación entre ficción histórica e historiografía debería formar parte de un juego limpio: la historiografía, cada vez más, incorpora los "imaginarios literarios" en sus estudios disciplinares; en muchos casos los transforma en objeto de sus estudios. La "ficción histórica" -por ende la novela histórica- es un material documental para el historiador. Es interesante notar que así como la NNHL tiene un "discurso" ante el archivo, ella misma es un archivo para la historiografía más avanzada.
La conclusión del trabajo de Ainsa se basa en Lezama Lima: la historia y la ficción se comportan de manera barroca, en el sentido de reflejar ambas la tensión entre pasado y el futuro que caracteriza la propia historia de América Latina. No hay punto de origen o punto de llegada en una escritura sometida a esa tensión. Nada puede detenerse, nada es definitivo. Ficcionalizar la historia, reinventarla, renovarla, es acción necesaria, es la expresión de una "estética" renovada, impide la pretensión de una precisión absoluta y definitiva del hecho histórico, haciendo prevaler el criterio de la indeterminación. En la cultura latinoamericana, ficción y veracidad se funden y es lo que le da identidad a la cultura. Una expresión perfecta de esta síntesis sería el Diario de Cristóbal Colón.
V
Sostenemos que la NNHL es un fenómeno que sólo se entiende en el contexto de crisis de la modernidad (de los valores y de los imaginarios modernos), de búsqueda de un sentido, de una nueva "ruta", de una revinculación con el pasado, para leer y desmontar la historia monumental (según el concepto de Nietzsche) gestionada profesional y disciplinadamente por la historiografía.
La NNHL es una narrativa de las ruinas, del derrumbe de los iconos, de los próceres, de los grandes acontecimientos en cuanto referentes culturales: la crisis de las ideologías también arrastra la historiografía. El vacío de grandes relatos es también la crisis de la historiografía, que se nutre del gran relato de la historia. El decaimiento de la modernidad es el fin de la confianza y del optimismo del progreso.
La crisis moderna hace saltar las ilusiones del desarrollo humano y pone el punto de mira en los horrores, en lo violado, en lo negado, en lo que no tuvo posibilidad de ser. Por esta razón, la NNHL es una "narrativa de víctimas", lo que explica su resistencia y sus críticas a la historiografía y a sus métodos. La NNHL quiere reescribir la historia, pero también poner pies para arriba a los historiadores. El desencanto con la modernidad es también el desencanto con la historiografía.
Esta NNHL es una narrativa de Recuperación, porque el pasado se ha vuelto extraño. La historiografía teme el pasado, teme la Memoria, y la NNHL quiere develarlo, y hace de la Memoria su dispositivo subversivo, narrativo y ético que actúa como sustento de una nueva ficción histórica. Así dicho, en estas nuevas novelas históricas "de la memoria" o "memoriales" hay una meta ficción que no reniega de la historia, sino que la funda desde la superación de la crisis de sentido y la búsqueda de un deseado orden. Por ello, esta NNHL es una narrativa que indaga y experimenta las posibilidades de reescribir lo por tanto tiempo, callado, ocultado, excluido. Es una narrativa contra el olvido, y como tal, narra una historia, pero también deja lugar al ejercicio de la sospecha del autor por la inocencia de la escritura y del pudor ante el relato del pasado.; prima un reconocimiento de la fragilidad de las formas para narrar; hay una resistencia a lo diacrónico y se opta por la sincronicidad. La sincronicidad asegura ambigüedad e indeterminación.
[1] Menton, Seymour (1993) La Nueva Novela Histórica de la América Latina 1979 -1992, México, FCE. Para una presentación de la bibliografía reciente sobre la temática de este artículo ver: Osorio, Jorge (2006) Narrativa, Memoria e Historiografía: Notas para un Marco Interpretativo de la Ficción Histórica en América Latina (2008),en Osorio, Jorge y Rubio, Graciela, El Deseo de la Memoria. Escritura e Historia, Santiago, Escuela de Humanidades y Política.Véase también : Grützmacher, Lucas ( 2006) Las Trampas del Concepto de “Nueva Novela Histórica” y la Retórica de la Historia Postoficial”, Acta Poética 27 (1) , 2006 ; Viu, Antonia (2007) Una Poética para el Encuentro entre Historia y Ficción , Revista Chilena de Literatura, Nº 70, 2007; Viu, Antonia ( 2007) Imaginar el Pasado, Decir el Presente: la Novela Histórica Chilena 1985-2003, Santiago, RIL
[2] Pons, María Cristina (1996) Memorias del Olvido, México, Siglo XXI.
[3] Hutcheon, Linda (1988) Poética do Pósmodernismo.Historia, Teoría, Ficción, Río de Janeiro. Imago.
[4] Jameson, Frederick ( 1991) , El Pos Modernismo y el Pasado, en Ensayos sobre el Pos modernismo, Buenos Aires, Imago Mundi
[5] McHale, Brian ( 1989) Postmodern Fiction, Londres, Routledge
[6] Luckács, George (1966) La Novela Histórica, México, Era.
[7] Jitrik, Noé (1995) Historia e Imaginación Literaria.Las Posibilidades de un Género, Buenos Aires, Biblos.
[8] Kohut, Karl ( 1997) La Invención del Pasado.La Novela Histórica en el Marco de la Postmodernidad, Madrid, Iberoamericana
[9] La relación entre postmodernidad e interés por la historia, mediado por la historiografía y la literatura memorial (testimonios, diarios, memorias y autobiografías) es un tema que es preciso desarrollar: su reconstrucción, es una fuente de crítica a la modernidad, especialmente, luego del Holocausto.Desde la literatura del Holocausto surgen una serie de categorías de análisis que debemos analizar, que ponen de relieve temas propios de la NNHL como son el tratamiento de exterminio, del silencio, del olvido y de las posibilidades reales de tener un "lenguaje" para hablar de la historia o del pasado en circunstancias límites: aquí es donde surge la pregunta si es posible la poesía, la novela, la filosofía, la educación, luego de Auschwitz, tal como lo plantearon Adorno, , Levi, Agamben, Améry y Todorov. [10] Ainsa, Fernando (1991) La Nueva Novela Histórica Latinoamérica, Plural 240. Más recientemente véase del mismo autor Reescribir el Pasado. Historia y Ficción en América Latina (2003), Mérida, CELAG.
Jorge Osorio Vargas
I
Seymour Menton (1993)[1] puso en la agenda el concepto de Nueva Novela Histórica Latinoamericana (NNHL) a partir del análisis de obras escritas en nuestro continente entre 1979 y 1992. Menton reconoce que su interés por este fenómeno surgió al darse cuenta de las semejanzas que existían en varias novelas de autores como Alejo Carpentier, Antonio Benítez Rojo, Mario Vargas Llosa, Abel Posse, Carlos Fuentes y Fernando del Paso, entre otros. Su primera constatación fue que la NNH compartía con las novelas del "boom" su muralismo, su afán totalizante, el erotismo y la experimentación estructural y lingüística. Sus fuentes fueron novelas como El Arpa y la Sombra (1979), El Mar de las Lentejas (1979), La Guerra del Fin del Mundo (1981), La Tejedora de Coronas (1982), Los Perros del Paraíso (1983), Noticias del Imperio (1989) y La Campaña (1990). También incorporaría a su corpus inicial El General en su Laberinto (1989) y otras obras, que Menton considera dirigidas al mercado masivo, como Trama (1987) de Carlos Montaner y Los Pecados de Inés Hinojosa (1986) de Próspero Morales Padilla. Sin embargo, aunque no calzan con su periodificación, Menton consideraría relevante incorporar en este grupo de obras fundacionales de la NNH a Yo el Supremo (1974) y Terra Nostra (1975).
Menton no podía sustentar su trabajo sin previamente entrar al campo de las definiciones, para permitirse distinguir la NNHL de otras novelas históricas escritas en el continente en épocas pasadas. En primer lugar, reserva la categoría de novela histórica a aquellas novelas cuya acción se ubica total o parcial o predominantemente en un pasado no experimentado por el autor .Por esta vía, Menton deja fuera de su definición a novelas que, a pesar de sus dimensiones históricas, abarcan aunque fuese parcialmente, períodos históricos experimentados por el autor, como sería el caso de La Muerte de Artemio Cruz (1962), Sobre Héroes y Tumbas (1962), Conversación en la Catedral (1969), El Recurso del Método (1974), La Novela de Perón (1985), y novelas que abarcan varias generaciones familiares como Cien Años de Soledad por que la generación más joven coincide con la del autor En segundo lugar, Menton excluye de su definición a las novelas cuyos narradores o personajes están situados en el presente o en un pasado reciente, pero cuyo tema principal es la recreación de un personaje lejano, como es el caso de Los Cuatro Reyes de la Baraja (1991) de Francisco Herrera Luque.
El parte aguas entre la novela histórica latinoamericana tradicional (la romántica, modernista, criollista según la distinción de Menton) (p. 35-36) y la NNHL es El Reino de este Mundo (1949) de Alejo Carpentier: en ella todos los personajes son históricos de categoría menor o mediana, los grandes próceres están ausentes, existe un concepto cíclico de la historia. Sin embargo, para Menton, Carpentier (El Siglo de las Luces (1962), Concierto Barroco (1974), El Recurso del Método (1974), La Consagración de la Primavera (1978), El Arpa y la Sombra (1979)), no es el único fundamento de la NNHL. También reconoce en esta función la obra de Jorge Luis Borges, Carlos Fuentes y Augusto Roa Bastos, cuya orientación narrativa estaría amalgamando los seis atributos que Menton asigna a la NNHL, y que constituyen sus señas de identidad:
1. La subordinación de la reproducción mimética de cierto período histórico a la presentación de algunas ideas filosóficas difundidas en las cuentos de Borges: como son las imposibilidad de conocer la verdad histórica o la realidad, el carácter cíclico de la historia y su carácter imprevisible
2. La distorsión consciente de la historia mediante omisiones, exageraciones y anacronismos.
3. La ficcionalización de personajes históricos a diferencia de la propuesta de Walter Scott y Luckacs de protagonistas ficticios.
4. La meta ficción o la interpretación del narrador sobre el proceso de creación.
5. La intertextualidad.
6. Los conceptos bajtianos de dialogismo, carnavalización, parodia y heteroglosia, exageraciones humorísticas, relevancia del cuerpo y del sexo
Es importante destacar las "causas" de este llamado "auge" de la NNHL, según Menton. Entre las más importantes señala: el efecto demostración que provoca que los más destacados y reconocidos novelistas del boom incursionan en la novela histórica; el interés por el pasado reciente en situaciones de gran impacto universal; el significado y la movilización cultural que provocó el quinto centenario de la llegada de Colón a América. Esta última razón es para Menton la más explicativa del auge de la NNHL, no siendo casual para varias de las novelas mas paradigmáticas como El Arpa y la Sombra, Terra Nostra y Los Perros del Paraíso estén centradas en el personaje Colón. Una demostración del efecto "quinto centenario" sería la novela de Augusto Roa Bastos Vigilia del Almirante (1992). Pero este acontecimiento cultural no sólo refirió a la figura de Colón, sino también a temáticas de fondo como son la identidad latinoamericana, la situación de los pueblos originarios y el valor de la interculturalidad.
Junto con el enfoque de Menton, que debemos valorar por su carácter pionero, existen otros puntos de vista y que han dado lugar a investigaciones y a relecturas del planteamiento del propio Menton. La definición de base es que la NNHL como la expresión de continuidad de la narrativa de Carpentier y Fuentes, que se nutre de dispositivos bajtianos y de la "filosofía" de Borges. La dimensión bajtiana de la NNHL le daría un carácter crítico y de resistencia a las formas tradicionales y "profesionales" de contar la historia. En ese sentido, la NNHL plantearía un "pleito" a la historiografía. A su vez, la influencia Borges se expresaría en una especie de licencia para ficcionar la historia de tal manera que lo cíclico y lo "asombroso" queden patentes en una nueva forma de narrar y "metaficcionar" la historia latinoamericana.
II
María Cristina Pons [2], reconoce, como Menton, que las novelas históricas escritas en América Latina en los últimos decenios del siglo XX han puesto a este "olvidado" género en un primer plano y con carácter completamente innovador. Existiría, en su opinión, un cambio radical en el género. A nivel de nomenclatura, Pons, no habla de NNHL, sino emplea expresiones como "novela histórica de fines de siglo", "novela histórica reciente", "novela histórica contemporánea", aunque en general reconoce la valía de nombrar a este corpus narrativo como "nueva novela histórica".
Lo más decisivo para definir esta NNHL, según Pons, es que se caracteriza por elaborar una relectura crítica y desmitificadora del pasado, a través de una reescritura de la historia. Esta reescritura incorpora una explícita desconfianza hacia el discurso historiográfico en sus versiones oficiales, permitiéndose reflexionar la posibilidad de conocer y reconstruir el pasado histórico oficialmente documentado y conocido desde una perspectiva diferente .
Este punto, puesto en agenda por Pons, deja más claramente planteado el pleito que la NNHL genera con la historiografía, que pretendemos sea uno de los ejes en el desarrollo de esta tesis. La NNHL usa o se basa en documentos históricos para legitimar lo narrado, y al mismo tiempo, para cuestionar la historia oficial y, por tanto, la práctica historiográfica.
En este sentido, la NNH es una modalidad crítica para entender el tema del "archivo" como expresión central del oficio del historiador (recordar mi interés de plantear la NNHL como una "teoría" desarticuladora del "archivo".El archivo desde la NNH también se usa para desenterrar personajes o acontecimientos marginales, desconocidos o silenciados por la historiografía. En otros casos, la documentación histórica se utiliza para describir detalles abrumadores, nimios, que se confunden con lo imaginario, lo asombroso y la fantasía.
Otra característica de la NNHL, según Pons, es cuestionar los documentos históricos ya reconocidos por la comunidad de los historiadores, ya sea porque se sospecha han sido falseados o mutilados, poniendo en duda la legitimidad de la escritura oficial de la historia.
Pons también define la NNHL por sus estrategias narrativas, entre las que menciona: la ausencia de un narrador omnisciente y totalizador; la presencia de diferentes tipos de discursos y sujetos de dichos discursos; la presencia de anacronías históricas; la creación de efectos de inverosimilitud; el uso de la ironía, de la parodia y lo burlesco; y el empleo de una variedad de estrategias y formas autor reflexivas que llaman la atención sobre el carácter ficcional de los textos y de la reconstrucción del pasado. Para Pons, la NNHL: cuestiona la verdad, los héroes y los valores de la historia oficial; presenta una visión irreverente de la historia; cuestiona la capacidad del discurso de aprehender una realidad histórica y plasmarla con fidelidad en el texto; y problematiza el papel que desempeña el documento en la novela histórica y la relación entre ficción e historia.
El interés de fondo de Pons es indagar el por qué se produce esta renovación de género con la NNHL, considerando, señala ella misma, que la novela histórica siempre ha sido un género residual. De pronto, en América Latina, en las últimas décadas, pasa a tener un carácter emergente, genera nuevas prácticas narrativas y se establece como una referencia cultural notable vis a vis la historiografía. A Pons, le interesa relacionar la NNHL y los cambios de las formas culturales . Así, la NNHL es la manifestación del fracaso de los proyectos revolucionarios de los años 50 y 60 en América Latina y de las crisis políticas de los años 70. Pons, señala que este fracaso o derrota, que genera un aislamiento impuesto por el poder, traslada el recurso subversivo a la literatura. La autora va más allá, sosteniendo que la NNHL es la expresión de los cambios simbólicos y materiales de las últimas décadas, y junto con los factores políticos, también valora las modificaciones que se producen en la sensibilidad cultural global asociada con la "condición post moderna". Si todo lo sólido se desvanece en la post modernidad, también la historia. Estaríamos en una especie de "post historia", si por ella entendemos una condición de absoluto cuestionamiento e incredulidad a la historia de los historiadores, valorándose a diferencia de las elaboraciones totalizantes de la historiografía otras estrategias narrativas que vendrían a responder a la "crisis de sentido" de la historiografía y de la propia historia, a través de los diarios de vida, autobiografías, memorias y de las mismas nuevas novelas históricas que disputarían a la historiografía el "sentido" de la historia.
Pons reconoce que la NNHL tiene atributos de lo que se ha llamado narrativa post moderna, sin embargo, no debate si esto es esencialmente así. Sólo reconoce que la NNHL tiene muchas características como tal, y para ello, se basa en los estudios sobre poética post moderna de Hutcheon[3]. Este punto tiene que dar lugar a un desarrollo completo, a partir de Hutcheon, que identifica la NNH con postmodernismo literario vis a vis la posición crítica de Jameson que identifica la NNH como "ahistórica" en la medida que "borra" o "cancela" el tiempo, convirtiéndolo en un pastiche: sin tiempo, dirá Jameson, no hay cambios, no hay historia[4].
Pons piensa que no es tan importante que definir si la NNH es o no una narrativa post moderna, sino plantearse de qué manera la NNHL es una respuesta no sólo a los cambios socio históricos, sino también un dilema trágico de la Modernidad.
Como se ve. , el horizonte de Pons es mucho más abarcador que el propósito que se planteaba Menton, que pretendía fundamentar la NNHL como un fenómeno emergente, hacer notar sus distinciones, pero no poner el tema en la agenda del debate modernidad-postmodernidad
En el caso de Pons, el concepto de narrativa post moderna lo toma de los trabajos de Hutcheon y McHale[5]; de Hutcheon el concepto de meta ficción historiográfica para señalar aquella ficción histórica que se enclava dentro del marco teórico y conceptual de la postmodernidad, y cuyas características son: la problematización del concepto de verdad única y objetiva y la postulación de la existencia de varias verdades; la preferencia por figuras históricas excéntricas y marginales; el énfasis puesto en la cuestión de la subjetividad en el recuento del pasado y la reflexión sobre la posibilidad del conocimiento de la realidad histórica en la medida en que todo lo que se reconoce de esa realidad es a través de remanente textuales. Esta meta ficción historiográfica plantea, además, el problema de la interpretación que implica la textualización del pasado, no sólo desde el punto de vista del cómo conocemos el pasado, sino del estatuto ontológico del documento histórico que también implica un proceso de textualización e interpretación.
McHale, por su parte, identifica como ficciones postmodernas aquellas en las que el dominante es una fractura irreversible de las fronteras ontológicas y del concepto de identidad: una de las características de la ficción postmoderna sería para McHale la violación de las limitaciones impuestas por la novela histórica "clásica" respecto de la incorporación de material histórico en el mundo de la ficción, a través de procedimientos narrativos, tales como el cuestionamiento o rechazo del documento público o de la historia oficial, sacando a la luz lo que fue oculto o suprimido, desarrollando anacronías históricas, intercalando lo histórico y lo fantástico, parodiando la novela histórica clásica o inventando historias apócrifas. McHale habla de novelas históricas revisionistas para referirse a las obras que se elaboran con estos atributos.
Para Pons es evidente que la situación exige renovar los estudios que permitan reajustar la noción de novela histórica, lo que es más pertinente aún, dado que, según la autora, en los últimos años la narrativa latinoamericana hace referencias permanentes a la historia, pudiéndose hablar de "categorías" como la "novela del dictador", las "novelas testimoniales" y las "novelas políticas". Pons propone reconsiderar los rasgos fundamentales de este género bajo la nueva producción de novelas en los últimos años, pero de manera más importante le interesa plantear la historicidad misma del género.
Sustentándose en Luckacs, que sostiene que las transformaciones del género se asocian con los cambios socio históricos[6], Pons señala que sólo este enfoque "dialéctico" nos permitirá entender la novedad del género, y a la NNHL como una "institución sociocultural". Yo coincido con la necesidad de preguntarnos por la historicidad de la NNHL, sin embargo, no me parece que ésta se refiera a los términos que insinúa Pons, es decir, la búsqueda de una nueva policiticidad, luego del fracaso de las reformas y de los movimientos políticos de la segunda mitad del siglo XX.
Pons precisa que la NNHL tiene elementos de la "vieja", y señala que en ella hay varios recursos propios de la novela de Scott, como la recuperación de un pasado olvidado y reconstruido desde abajo, la versatilidad de las fuentes de las que se vale, la valoración de las tradiciones orales, la conciencia de estar haciendo ficción y la desconfianza en el lenguaje para aprehender la realidad histórica.
¿Dónde está lo nuevo? :lo "nuevo" de la NNHL está en su revisionismo histórico, que se expresa en el tratamiento de documentos contradictorios, mal leídos u ocultados interesadamente, es decir, en su condición de llegar a ser una especie de "teoría de las lagunas históricas", según la expresión de Jitrik[7]. La trasgresión, la recuperación de "lo perdido", la refuncionalización de las convenciones de la novela histórica clásica, el nuevo trato del archivo (todos elementos característicos de la NNHL) sólo constituyen una "novedad" si cumplen una función crítica y revisionista del poder.
Otro elemento que definiría la "novedad" de las NNHL es que éstas no sólo ponen el acento en que toda escritura y reescritura de la historia es subjetiva y no neutral, sino que también llaman la atención a la relatividad cultural del objeto mismo de dichos discursos. Y aunque Pons reconoce que esta característica no sólo es propia de la NNHL, sino de la ficción histórica post moderna en general, según los criterios de Hutcheon y McHale, asigna a la NNHL una distinción clave: es una crítica a las meta narrativas, empezando por la propia historia,
La resistencia a la meta narración se manifiesta es la estrategia de "hablar de los márgenes", desde los excluidos, desde "fragmentos" cuestionadores de la "totalidad".
Digamos, por último, que Pons, sin entrar en el análisis de fondo deja evidencias de que la NNHL es una expresión de una narrativa post moderna. Este es un tema que debemos analizar, refiriendo además el tema más allá de lo literario. Pues adoptar tal interpretación de la NNHL implica hacer dialogar su fenómeno con el conjunto de dimensiones que tiene la post modernidad (epistemológica, éticas, política, estéticas).
III
Karl Kohut ha incursionado más de lleno en describir e interpretar la NNH en el marco de la post modernidad (1997)[8]. Aparte de reconocer el carácter de comodín que ha adquirido el término post moderno, Kohut no rehuye la tarea, reconociendo que el mismo término moderno es ambiguo. Postmodernidad sería tanto una categoría meta histórica como una categoría histórica que define el fin del siglo XX.
En términos directos, el planteamiento de Kohut, luego de revisar la literatura correspondiente, es el siguiente: desde el principio de los años 60 hasta mediados de la década siguiente las novelas más significativas se caracterizaron por su fondo ideológico, por su utopía socialista, y en la forma literaria por su aspiración a la novela total. Si la post modernidad, se caracteriza por el ocaso de los meta relatos, este proceso se puede notar en los años 70 con novelas como Terra Nostra y Yo el Supremo: en ellas, la utopía se convierte en contra utopía, así como Abaddón se podría interpretar como una reflexión sobre la imposibilidad de escribir una novela total. Así, señala Kohut, en América Latina, el post modernismo no es un paradigma nuevo, sino un tipo peculiar de trabajo sobre las ruinas de la modernidad, saqueando su léxico, agregándole imágenes premodernas y modernas.
Sin embargo, un punto central del debate sobre la post modernidad es clave para el tema que nos interesa: ¿La post modernidad se define por su relación al pasado o por su relación con el presente? Hutcheon definió la postmodernidad en su relación con el pasado, y con ello, puso a la novela histórica como una expresión propia de la misma. Para otros, en que modernidad se asocia a una realidad completamente "presentizada", la novela histórica es un fenómeno marginal. Kohut, valora la NNHL como uno de los fenómenos más importantes y "salientes" de la producción novelesca actual y su significado lo asemeja a la primera "revolución" que significó la aparición de la novela histórica en el romanticismo.
Para Kohut, la NNH no representa la única forma de interés por el pasado. Otras formas artísticas y la propia historiografía, las memorias, las biografías, la escritura popular son manifestación de este interés. Por lo tanto, la relevancia del estudio de la NNH no se justifica en sí misma, sino en relación a la indagación por el interés en el pasado como un fenómeno manifiesto de nuestra época (p. 20) que no se restringe a las élites, sino a toda la sociedad. Postmodernidad e interés por la historia son parte de un mismo proceso cultural. La postmodernidad condiciona la novela histórica y la narración histórica fija un campo temático a la postmodernidad [9]
IV
Fernando Ainsa analiza la cuestión de la invención literaria y la reconstrucción histórica en la nueva narrativa latinoamericana[10]. El planteamiento de Ainsa podemos resumirlo de la siguiente manera: historia y ficción son relatos que pretenden reconstruir y organizar la realidad a partir de componente pre-textuales (acontecimientos reflejados en documentos y otras fuentes históricas), a través de un discurso dotado de sentido, gracias a la puesta en intriga y a la escritura que mediatiza la selección.
El discurso narrativo resultante, sigue Ainsa, está dirigido a un receptor que espera que el pacto de la verdad (historia) o de lo posible y verosímil (ficción) se cumpla en el marco del corpus textual. El asunto está en que en algunos casos, según Ainsa, la literatura sintetiza mejor la historia de un pueblo, colocando los casos de La Biblia, La Ilíada, El Mio Cid, La Canción de Rolando y As Lusíadas.
Este "patrimonio" o paternidad literaria sería evidente también en América Latina, según Ainsa: la ficción no sólo reconstruye el pasado, sino que lo inventa, lo funda, le da una forma y un sentido. Por ejemplo, difícilmente pueden entenderse los Andes Peruanos fuera del contexto del "mundo" de Ciro Alegría o de Arguedas, o la cultura guatemalteca sin Hombres de Maíz.
Así visto este tema, la NNHL puede representar una reacción a la modernidad anglosajona que pudiera tener sus fuentes en el barroco hispánico y que para varios autores hoy es un depósito y una fuente para reivindicar un patrimonio cultural propio, por un lado, y dar paso a discursos, instituciones y actores excluidos por el poder y por la historia. Ainsa sostiene que la problematización de la identidad y del pasado histórico latinoamericano a partir del discurso ficcional, pone en evidencia contradicciones y tensiones, que enriquecen la cultura y que la NNHL es una expresión de "libertad" para llenar los "vacíos" de la historiografía. Esta relación entre ficción histórica e historiografía debería formar parte de un juego limpio: la historiografía, cada vez más, incorpora los "imaginarios literarios" en sus estudios disciplinares; en muchos casos los transforma en objeto de sus estudios. La "ficción histórica" -por ende la novela histórica- es un material documental para el historiador. Es interesante notar que así como la NNHL tiene un "discurso" ante el archivo, ella misma es un archivo para la historiografía más avanzada.
La conclusión del trabajo de Ainsa se basa en Lezama Lima: la historia y la ficción se comportan de manera barroca, en el sentido de reflejar ambas la tensión entre pasado y el futuro que caracteriza la propia historia de América Latina. No hay punto de origen o punto de llegada en una escritura sometida a esa tensión. Nada puede detenerse, nada es definitivo. Ficcionalizar la historia, reinventarla, renovarla, es acción necesaria, es la expresión de una "estética" renovada, impide la pretensión de una precisión absoluta y definitiva del hecho histórico, haciendo prevaler el criterio de la indeterminación. En la cultura latinoamericana, ficción y veracidad se funden y es lo que le da identidad a la cultura. Una expresión perfecta de esta síntesis sería el Diario de Cristóbal Colón.
V
Sostenemos que la NNHL es un fenómeno que sólo se entiende en el contexto de crisis de la modernidad (de los valores y de los imaginarios modernos), de búsqueda de un sentido, de una nueva "ruta", de una revinculación con el pasado, para leer y desmontar la historia monumental (según el concepto de Nietzsche) gestionada profesional y disciplinadamente por la historiografía.
La NNHL es una narrativa de las ruinas, del derrumbe de los iconos, de los próceres, de los grandes acontecimientos en cuanto referentes culturales: la crisis de las ideologías también arrastra la historiografía. El vacío de grandes relatos es también la crisis de la historiografía, que se nutre del gran relato de la historia. El decaimiento de la modernidad es el fin de la confianza y del optimismo del progreso.
La crisis moderna hace saltar las ilusiones del desarrollo humano y pone el punto de mira en los horrores, en lo violado, en lo negado, en lo que no tuvo posibilidad de ser. Por esta razón, la NNHL es una "narrativa de víctimas", lo que explica su resistencia y sus críticas a la historiografía y a sus métodos. La NNHL quiere reescribir la historia, pero también poner pies para arriba a los historiadores. El desencanto con la modernidad es también el desencanto con la historiografía.
Esta NNHL es una narrativa de Recuperación, porque el pasado se ha vuelto extraño. La historiografía teme el pasado, teme la Memoria, y la NNHL quiere develarlo, y hace de la Memoria su dispositivo subversivo, narrativo y ético que actúa como sustento de una nueva ficción histórica. Así dicho, en estas nuevas novelas históricas "de la memoria" o "memoriales" hay una meta ficción que no reniega de la historia, sino que la funda desde la superación de la crisis de sentido y la búsqueda de un deseado orden. Por ello, esta NNHL es una narrativa que indaga y experimenta las posibilidades de reescribir lo por tanto tiempo, callado, ocultado, excluido. Es una narrativa contra el olvido, y como tal, narra una historia, pero también deja lugar al ejercicio de la sospecha del autor por la inocencia de la escritura y del pudor ante el relato del pasado.; prima un reconocimiento de la fragilidad de las formas para narrar; hay una resistencia a lo diacrónico y se opta por la sincronicidad. La sincronicidad asegura ambigüedad e indeterminación.
[1] Menton, Seymour (1993) La Nueva Novela Histórica de la América Latina 1979 -1992, México, FCE. Para una presentación de la bibliografía reciente sobre la temática de este artículo ver: Osorio, Jorge (2006) Narrativa, Memoria e Historiografía: Notas para un Marco Interpretativo de la Ficción Histórica en América Latina (2008),en Osorio, Jorge y Rubio, Graciela, El Deseo de la Memoria. Escritura e Historia, Santiago, Escuela de Humanidades y Política.Véase también : Grützmacher, Lucas ( 2006) Las Trampas del Concepto de “Nueva Novela Histórica” y la Retórica de la Historia Postoficial”, Acta Poética 27 (1) , 2006 ; Viu, Antonia (2007) Una Poética para el Encuentro entre Historia y Ficción , Revista Chilena de Literatura, Nº 70, 2007; Viu, Antonia ( 2007) Imaginar el Pasado, Decir el Presente: la Novela Histórica Chilena 1985-2003, Santiago, RIL
[2] Pons, María Cristina (1996) Memorias del Olvido, México, Siglo XXI.
[3] Hutcheon, Linda (1988) Poética do Pósmodernismo.Historia, Teoría, Ficción, Río de Janeiro. Imago.
[4] Jameson, Frederick ( 1991) , El Pos Modernismo y el Pasado, en Ensayos sobre el Pos modernismo, Buenos Aires, Imago Mundi
[5] McHale, Brian ( 1989) Postmodern Fiction, Londres, Routledge
[6] Luckács, George (1966) La Novela Histórica, México, Era.
[7] Jitrik, Noé (1995) Historia e Imaginación Literaria.Las Posibilidades de un Género, Buenos Aires, Biblos.
[8] Kohut, Karl ( 1997) La Invención del Pasado.La Novela Histórica en el Marco de la Postmodernidad, Madrid, Iberoamericana
[9] La relación entre postmodernidad e interés por la historia, mediado por la historiografía y la literatura memorial (testimonios, diarios, memorias y autobiografías) es un tema que es preciso desarrollar: su reconstrucción, es una fuente de crítica a la modernidad, especialmente, luego del Holocausto.Desde la literatura del Holocausto surgen una serie de categorías de análisis que debemos analizar, que ponen de relieve temas propios de la NNHL como son el tratamiento de exterminio, del silencio, del olvido y de las posibilidades reales de tener un "lenguaje" para hablar de la historia o del pasado en circunstancias límites: aquí es donde surge la pregunta si es posible la poesía, la novela, la filosofía, la educación, luego de Auschwitz, tal como lo plantearon Adorno, , Levi, Agamben, Améry y Todorov. [10] Ainsa, Fernando (1991) La Nueva Novela Histórica Latinoamérica, Plural 240. Más recientemente véase del mismo autor Reescribir el Pasado. Historia y Ficción en América Latina (2003), Mérida, CELAG.
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