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Las cinco habilidades que se requieren para construir otro mundo posible: aprender desde y para el Foro Social Mundia




Alessio Surian
Universidad de Padua
Italia




Resumen Más de 35.000 representantes de 125 países participaron en la duodécima edición del Foro Social Mundial en Montreal, Canadá, entre el 9 y el 14 de agosto de 2016. Las actividades se agruparon en torno a los 13 “ejes”. Este artículo se concentra en la dimensión organizativa y de aprendizaje del activismo en pos de otro mundo posible.

Un foro de movimientos sociales en pos de otro mundo posible

Tres fueron las características que favorecieron el impacto a nivel planetario (Hammond, 2007) del primer Foro Social Mundial, celebrado en enero de 2001: tuvo lugar al mismo tiempo que el Foro Mundial Económico, lo que ofreció una oportunidad para enviar un mensaje “social” que contrastaba con el mensaje “económico”; su sede fue Porto Alegre (Brasil), con lo que el mensaje “social” adoptó una dimensión en la que se confrontaban el “Norte” y el “Sur”; fue organizado por una red de movimientos y organizaciones sociales que procuraron destacar la iniciativa “a nivel de las bases”, contrapuesta a la iniciativa institucional (es decir de los partidos y de las autoridades territoriales).
Solo la tercera característica estuvo presente en esta edición del Foro Social Mundial celebrado en Montreal (Quebec) entre el 9 y el 14 de agosto de 2016. El FSM reconoció a Montreal como territorio indígena del pueblo Mohawk. Este gesto permitió arrojar luz sobre la colonización de estos territorios y motivó a los participantes para asumir una responsabilidad colectiva frente a los problemas que afrontan en la actualidad los pueblos originarios, incluido el proyecto del oleoducto Energía Este, que favorecería una rápida expansión del complejo de arenas bituminosas, y afianzaría aún más el dominio de las industrias extractivas en el Oeste de Canadá. El hecho de hacer hincapié en los problemas socioculturales y medioambientales planteados por los pueblos originarios, y de concentrarse en temas como el patriarcado y el colonialismo, permitió establecer un vínculo entre la edición 2016 del FSM y la edición 2009 celebrada en Belém (Amazonas, Brasil).
Foro Social Mundial 2016. © Alessio Surian
Más de 35.000 representantes de 125 países tomaron parte en esta 12a edición del Foro Social Mundial. Cerca de 15.000 personas asistieron a la marcha inaugural el 4 de agosto. La realización del foro fue posible gracias a la colaboración de unos 1.000 voluntarios.
26 comités autogestionados contribuyeron a configurar el programa del FSM: por ejemplo, el Comité de Democracia, el Comité de Protección Social y Derechos Humanos y el Comité de Educación. Las actividades se agruparon en torno a 13 “ejes”.
  1. Alternativas económicas, sociales y solidarias frente a la crisis del capitalismo.
  2. Democratización del conocimiento y derecho a la comunicación.
  3. Cultura de la paz y lucha por la justicia y la desmilitarización.
  4. Descolonización y autodeterminación de los pueblos.
  5. Derechos de la naturaleza y justicia medioambiental.
  6. Luchas mundiales y solidaridad internacional.
  7. Derechos humanos y sociales, dignidad y lucha contra las desigualdades.
  8. Lucha contra el racismo, la xenofobia, el patriarcado y el fundamentalismo.
  9. Lucha contra la dictadura del mercado financiero y en favor de la distribución de los recursos.
  10. Migración, refugiados y ciudadanía sin fronteras.
  11. Democracia, movimientos sociales y ciudadanos.
  12. Trabajadores contra el neoliberalismo.
  13. Expresiones culturales, artísticas y filosóficas para construir otro mundo posible.
El 14 de agosto, el Foro organizó una Ágora de Iniciativas, la cual constó de 26 asambleas de convergencia que compartieron más de 100 iniciativas destinadas a promover derechos básicos —como la educación— y a defender y fomentar los servicios públicos. Todas las iniciativas han sido recopiladas y pueden consultarse en línea en https://fsm2016.org/es/, en un calendario en el que se presentan las distintas medidas para el cambio social que fueron planteadas y expuestas. Esta información puede ser empleada como guía por ciudadanos de todo el mundo para idear propuestas concretas sobre iniciativas y eventos que promuevan el cambio, comenzando por la Décima Reunión Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres, que tendrá lugar en octubre en Maputo, Mozambique.
Uno de los temores con respecto a la organización del FSM en un país “del Norte” se refería a eventuales problemas con los visados. En efecto, según los organizadores, a alrededor del 70% de los cerca de 2.000 potenciales participantes que recibieron cartas de invitación oficiales para asistir al FSM de Montreal les fue denegada la solicitud de visado temporal para ingresar a Canadá. El Colectivo del FSM manifestó su compromiso de publicar una reseña sobre todos los participantes que fueron rechazados, como una forma de hacerles ver al Gobierno y a la sociedad civil lo que estas personas podrían haber aportado al FSM. “Deseamos, asimismo, aprovechar el caso de Montreal para poner en duda la accesibilidad de los países del Norte”, explicó Raphaël Canet, miembro del comité organizador del Foro.
Pese a la denegación de estos visados, la mayoría de las redes sólidamente establecidas de movimientos sociales, como Vía Campesina y Marcha Mundial de las Mujeres, pudieron participar, debatir y destacar el papel desempeñado por estos movimientos en las luchas por el cambio socio-económicos, medioambiental y político en diversas regiones del mundo
El FSM ofreció igualmente una oportunidad para atraer la atención de los medios de comunicación hacia los derechos humanos (Frezzo, 2009), como también hacia el asesinato y la desaparición de muchos activistas. Consideremos, por ejemplo, el caso de Berta Cáceres, feminista indígena que en su país, Honduras, luchó contra el Proyecto Hidroeléctrico Agua Zarca, en Río Blanco. Ella era plenamente consciente de los peligros que involucraba su campaña, pues recibió amenazas de guardias de seguridad privada que trabajaban en la empresa constructora de las represas, como también de la policía y del ejército que resguardaban el proyecto. “El ejército tiene una lista negra de 18 defensores de los derechos humanos con mi nombre encabezándola. Quiero vivir. Hay muchas cosas que todavía quisiera hacer en este mundo, pero nunca jamás he considerado la posibilidad de dejar de luchar por nuestro territorio, por una vida digna, porque nuestra lucha es legítima. Tomo muchas precauciones, pero, al final, en este país donde existe total impunidad soy vulnerable (…) cuando deseen matarme, lo harán”, declaró a la prensa internacional ya en 2013. En marzo de este año fue asesinada. Dos de sus hijas, Bertita y Laura, participaron en numerosas actividades del FSM e hicieron oír la voz de su madre: “¡Berta no murió, ella se multiplicó! ¡Berta vive, su lucha continúa!”
La delegación brasileña denunció el golpe de estado en su país, lo mismo que el carácter sexista, racista y autoritario del nuevo gobierno, que cuenta con el apoyo de los principales medios de comunicación que se niegan a hablar de un golpe de estado, al tiempo que les atribuyen un carácter delictual a los movimientos sociales. La diversidad de actores representados en el Consejo Internacional del FSM quedó claramente de manifiesto cuando esta instancia no alcanzó un consenso en cuanto a condenar el golpe.

La dimensión educativa

Del mismo modo, en las asambleas de convergencia finales surgieron dificultades para compartir una agenda y un idioma comunes, en especial cuando más actores “institucionales”, como los sindicatos, llevaron la voz cantante —concentrándose en asuntos laborales— al dar a conocer los resultados de las actividades y los talleres organizados de manera independiente.
En la asamblea de convergencia, los asuntos educativos en relación con las agendas de los movimientos sociales se agruparon en torno a tres temas principales: acceso a una educación gratuita e igualitaria; activismo y diversidad; coordinación e intercambios entre actores sociales del ámbito educativo.
En el Foro Mundial de Educación (que funciona desde 2001 al interior del FSM y paralelamente al mismo; véase Surian, 2013) se abordaron temas como el derecho a la educación y la educación popular. Otro aspecto tratado fue el nexo con actores locales e internacionales como Aliés, el Consejo de Educación de Adultos de América Latina (CEAAL), la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), la red radiofónica educativa ALER, el Instituto Paulo Freire con sede en São Paulo, y su participación en los proyectos.
Las actividades del FME ofrecieron una oportunidad para debatir sobre temas como la educación popular en la educación de adultos, y aportaron algunas percepciones sobre la manera de inspirar prácticas locales, como los cursos obligatorios sobre pueblos indígenas en la Universidad de Winnipeg. Kevin Settee, presidente de la Asociación de Alumnos de esta institución, dio a conocer a los participantes el requisito de ofrecer un curso obligatorio sobre pueblos indígenas en ese centro de estudios. La propuesta fue elaborada con el asesoramiento de los ancianos de los pueblos indígenas, como también del personal, el cuerpo docente y los alumnos de dicha universidad. La propuesta fue posteriormente aprobada “en principio” por el senado en abril de 2015, introduciéndose el requisito para todos los estudiantes de pregrado de participar en algún tipo de curso sobre pueblos indígenas antes de graduarse. El curso será impartido por primera vez durante el último trimestre de 2016.
Según Kevin Settee, la Asociación de Alumnos de la Universidad de Winnipeg ha sido una de las impulsoras de la indigenización del mundo universitario, abogando por la educación popular y destacando la importancia de aprender sobre la cultura aborigen dentro del entorno de los pueblos originarios.

Habilidades para establecer relaciones y para crear sentido con miras a forjar otro mundo posible

La experiencia de la Universidad de Winnipeg permitió adquirir una concepción clara en cuanto a que todos los conocimientos son “posicionales”. Además, nos hizo tomar en cuenta la capacidad de los individuos y grupos para despertar conciencia sobre su propia posición y sobre tipo de capacidades que es preciso continuar desarrollando con miras a crear condiciones sostenibles para forjar otro mundo posible. Una metáfora explícita proviene del Manifiesto Dar el Salto, suscrito en Canadá: “Podríamos vivir en un país que se valiera sólo de energías verdaderamente renovables, interconectado gracias a un sistema de transporte público accesible; un país en el que durante esta transición los puestos de trabajo y las oportunidades se generen con el fin de eliminar de manera sistemática la desigualdad racial y de género. El cuidado mutuo y del planeta podrían ser los sectores de mayor crecimiento en nuestra economía. Muchas más personas tendrían salarios más altos trabajando menos horas, lo que redundaría en una mayor cantidad de tiempo para disfrutar de los seres queridos y desarrollarnos en plenitud en nuestras comunidades. Sabemos que no tenemos mucho tiempo para llevar adelante esta transición”.
¿Cuáles son las habilidades que servirían de plataforma para dar ese salto? Entre los diversos ejemplos de materiales para talleres y campañas aportados por los movimientos educativos cabe mencionar y citar cinco agrupaciones de habilidades que sugirió la Campaña Mundial por la Educación (2015) en el taller celebrado en Johannesburgo, Sudáfrica, en abril de 2015.
  • Compartir narrativas.
  • Compartir un compromiso relacional.
  • Compartir una estructura.
  • Compartir estrategias.
  • Compartir acciones.

Crear un relato compartido

La CME declara que: “Los relatos se basan en nuestras emociones y revelan nuestros valores en la acción, ayudándonos a sentir aquello que importa, en vez de limitarnos a reflexionar o hablarles a los demás sobre lo que es importante. Porque los relatos nos permiten expresar nuestros valores no como principios abstractos, sino como experiencia vivida; tienen el poder de conmover a los demás”.

Más de 35.000 participantes de 125 países acudieron este año a Montreal. © Alessio Surian
Por tanto, la herramienta básica de organización puede encontrarse en los valores compartidos expresados como narrativas públicas, maneras de despertar la motivación que constituye el requisito indispensable para tratar de producir un cambio. La CME distingue tres dimensiones en las narrativas: la “historia del yo”, es decir los valores de la comunidad en que estamos inmersos; la “historia del nosotros”, vale decir aquello que nos motiva para fomentar el liderazgo colectivo; y la “historia del ahora”, en la que se abordan los cuestionamientos a esos valores que exigen una acción inmediata. Como lo declara la CME: “Al aprender a expresar una narrativa pública que tienda un puente entre el yo, el nosotros y el ahora, los organizadores aumentan su propio nivel de eficiencia y crean un clima de confianza y solidaridad al interior de su campaña, que les proporciona las herramientas para comprometer más eficazmente a los demás”.

Crear un compromiso relacional común

Una segunda área de habilidades tiene que ver con la capacidad de la organización para reconocer cómo lograr un cambio social basándose en el establecimiento de relaciones y de compromisos mutuos para trabajar en conjunto. En esta perspectiva se prioriza la disposición a colaborar y a aprender a reformular nuestros intereses individuales como intereses comunes. Se trata también de reconocer cómo contribuyen las reuniones individuales o en pequeños grupos a entablar relaciones basadas en la confianza, a fin de crear las condiciones para formar equipos comprometidos que emprendan las campañas locales, aumentando el grado de compromiso mutuo entre las personas y no solo con una idea o con una tarea.

Crear una estructura compartida

La creación de un equipo eficaz genera las condiciones para que exista de una tercera área de habilidades en relación con el liderazgo compartido, la cual se concentra en una estructura compartida que favorece una organización local eficaz, teniendo en cuenta la integración de las actividades locales con los objetivos estatales, nacionales e incluso mundiales. El liderazgo y la estructura compartidos crean un ambiente que inyecta vitalidad a los activistas cuando se trata de emprender una labor compleja. Los desafíos fundamentales que afrontan los equipos tienen que ver con los esfuerzos por satisfacer las exigencias de aquellos a quienes prestan servicios, aprendiendo a alcanzar más eficazmente los objetivos a lo largo del tiempo, mejorando el aprendizaje de los miembros del equipo y permitiendo su crecimiento como personas.
Según la CME, los miembros del equipo se esfuerzan por poner en práctica cinco condiciones que conducen a la eficiencia: verdadero espíritu de equipo (un grupo aglutinado, estable e interdependiente); liderazgo motivador (claro, consecuente y exigente); estructura propicia (trabajo interdependiente); normas claras para el grupo; y un equipo polifacético que posea todas las habilidades y los talentos necesarios para realizar el trabajo.

Crear una estrategia compartida

Aun cuando se basa en valores amplios, el activismo eficaz también tiene que ver con aprender a concentrarse en un objetivo estratégico claro, vale decir, en la manera de transformar los valores en una acción y en una deliberación creativa. El FSM sugirió un proceso de 4 etapas:
  • Dar a conocer su iniciativa: Es preciso emprender una amplia gama de esfuerzos para cambiar el mundo (concienciación, educación, legislación, protestas, reivindicaciones, etc.). Una iniciativa es un esfuerzo colectivo que contribuye al cambio social.
  • Incorporarse a una asamblea de convergencia para la acción: Las organizaciones que participaron en el FSM organizaron 26 asambleas de convergencia sobre diversos temas. Al participar en estos foros podremos consolidar y compartir nuestras ideas con grupos que trabajan en temas similares a los nuestros.
  • Participar en el Ágora de Iniciativas para crear otro mundo posible. El propósito es compartir iniciativas, fomentar el compromiso ciudadano y contribuir a la elaboración del calendario de planes para acciones compartidas. El Ágora del FSM creará sinergias entre las organizaciones y los participantes a fin de trabajar en conjunto para crear un mundo mejor.
  • Contribuir a la memoria colectiva del Foro Social Mundial 2016 y documentar sus actividades en la plataforma de ContActiva:  http://wsf-contactiva.esy.es/.

Realizar esfuerzos compartidos que sean medibles

Una última sugerencia propuesta por la CME consiste en generar una percepción de los resultados del activismo que sea clara, medible y específica, de modo que el progreso sea transparente y verificable, que sea posible rendir cuentas, y que su estrategia pueda adaptarse sobre la base de la experiencia. Entre los ejemplos de esas variables medibles se incluyen la cantidad de voluntarios reclutados, el dinero recaudado, la cantidad de asistentes a una reunión, el número de votantes contactados, la cantidad de tarjetas de compromiso de adhesión firmadas, la cantidad de leyes aprobadas, etc. Se pueden mencionar dos características clave de los procesos: (a) Publicar regularmente informes sobre el progreso hacia los objetivos, de modo de ofrecer una oportunidad para formular comentarios y sugerencias, aprender y adaptarse; (b) Impartir una capacitación que permita adquirir todas las habilidades necesarias para llevar a cabo el programa.
La participación de los pueblos originarios en el FSM sirvió para cuestionar la aplicación de un criterio puramente cuantitativo al analizar los alcances de la última evaluación, y para subrayar la importancia de adoptar una perspectiva en que se reconozcan el patrimonio común y las relaciones circulares.

References

Hammond, J. L. (2007): The World Social Forum and the Emergence of Global Grassroots Politics. En: New Politics, Invierno 2007, Vol. 11-2. Disponible en: http://newpol.org/content/world-social-forum-and-emergence-global-grassroots-politics

Frezzo, M. (2009): Sociology, Human Rights, and the World Social Forum. En: Societies Without Borders Vol. 3-1: 35-47. Disponible en: http://scholarlycommons.law.case.edu/swb/vol3/iss1/4

Global Campaign for Education (2015): Leadership, Organising and Action. Manual de la Campaña, que corresponde una adaptación de la obra de Marshall Ganz. CME, Johannesburgo. Disponible en:
http://www.campaignforeducation.org/en/resources#GPG

Kestler-D’Amour, J. (2016); Canada visa problems cast cloud over World Social Forum. 9 de agosto de 2016. Disponible en: http://www.aljazeera.com/news/2016/08/canada-visa-problems-cast-cloud-world-social-forum-160809163256770.html

Surian, A. (2013): From a Postcolonial to a Transmodern World Social Forum discourse. En: Postcolonial Directions in Education, Vol. 2-1. Disponible en: http://www.um.edu.mt/pde/index.php/pde1/article/view/25/45

Sobre el autor

Alessio Surian enseña y realiza investigaciones en el campo del aprendizaje transformativo en la Universidad de Padua (Italia). Participa en trabajos de investigación activa sobre temas como el aprendizaje, el hábitat y la diversidad cultural.

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