El APRENDIZAJE COMO CIUDADANIA: EL PROMISORIO PODER (O EL REENCANTAMIENTO) POR “OTRA” EDUCACION
(Relecturas sobre nuevos paradigmas en educación y la formación de sujetos en Delors y Touraine)
Jorge Osorio Vargas
(Articulo actualizado al 20 de abril, 2011)
Voy a presentar algunas nuevas coordenadas para un debate, sobre el cual he tenido oportunidad de referirme en anteriores escritos y encuentros y en los cuales he planteado cuatro grandes mapas de la educación ciudadana en la actualidad:
- la idea y práctica de la ciudadanía desde la pedagogía crítica.
- el debate post-ilustrado sobre educación ciudadana.
- la pedagogía de la formación de sujetos.
- el modelo de competitividad y liderazgo democrático en las instituciones educativas.
En esta oportunidad me interesa rescatar dos registros, en el marco de la crisis de la política y de las formas de ejercitar la ciudadanía que ha dado lugar a una explosión de voces nuevas también en lo educativo: las posibilidades de una modernidad donde “aprendizaje es ciudadanía” y el reencantamiento por la “otra” educación.
Quizás el tema más decisivo para una reflexión acerca de la actualidad de la educación y de las políticas del aprendizaje permanente (Delors: 1997) sea el de la relación tensa entre productividad y vida ciudadana. En el marco de la globalización económica y la modernización de las tecnologías comunicacionales, la ampliación de los límites del poder humano sobre la vida cotidiana y sobre la “civilidad” en las relaciones sociales es un asunto que pone en jaque la idea misma de la modernidad.
¿Qué significa la ciudadanía? ¿Y qué educación se precisa para ejercerla plenamente?
Con el informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI, presidida por Jaques Delors, irrumpe en la reflexión educativa un paradigma de ciudadanía fundada en el derecho de todos(as) al aprendizaje durante toda la vida. Centrado en una visión optimista de las posibilidades de la sociedad del conocimiento, plantea la distribución social de los poderes y la exigencia de constituir una ciudad educadora consciente de las discriminaciones post-industriales, y a la vez, capaz de construir un nuevo altruismo y una idea de cooperación y solidaridad en el progreso.
Esta idea planetaria de una sociedad y de una educación sin exclusiones emerge como un horizonte ético que marca una nueva “estimativa moral” para la educación. Para Delors la ciudadanía es el aprendizaje, como derecho, como posibilidad de cooperación, como creación cultural, democratización del conocimiento y apertura a una manera solidaria de vivir.
En un ciclo tecno-instrumental de las políticas educativas, como el que vivimos en desde la década pasad, los planteamientos de Delors abren una ventana promisoria para pensar la educación desde una modernidad reconstituida con los anhelos y las sensibilidades del nuevo siglo.
Se habla cada vez con más insistencia de un nuevo “pacto o contrato educativo” que articule educación, productividad y ciudadanía en la neo-modernidad. Hemos soetnido que el asunto clave de la educación es la ciudadanía, los conocimientos y las capacidades que exige la formación del ciudadano(a) y las formas institucionales a través de la cual debe darse ese proceso formativo. La situación a resolver es si la actual escuela ,que fue creada como institución socializadora por excelencia, seguirá siéndolo en el futuro y si la “sociedad del aprendizaje” exigirá el mismo diseño escolar-institucional vigente hasta ahora. Los cambios productivos, sociales y comunicacionales han agotado el paradigma de la escuela capaz de movilizar la sociedad, de la escuela que enfatizó las “funciones” y entendió el fin de la educación como todo aquello que tenía utilidad social por sobre la formación del individuo en cuanto sujeto-ciudadano(a).
Después de un ciclo largo de primacía de un cierto utilitarismo social desarrollista y de una lectura tecno-instrumental de la educación centrada en el progreso y en la movilidad laboral de las personas, lo actual -lo neo-moderno- parece estar en la capacidad de hacer educación desde un contrato entre la libertad, la formación de sujetos y la democracia en cuanto diálogo cultural .Desde este horizonte de apreciación, la ciudadanía es educación comunicativa e intercultural, posibilidad de superación del quiebre de la solidaridad en el neoliberalismo.
2.
El Informe Delors es muy claro a la hora de plantearnos el programa de esta educación neo-moderna ( o neo paradigmática)
- La política de la educación debe diversificarse suficientemente y concebirse de modo que no constituya un factor adicional de exclusión.
- La socialización de cada individuo y desarrollo personal no deben ser dos factores antagonistas. Hay, pues, que tender hacia un sistema que se esfuerce en combinar las virtudes de la integración y el respeto de los derechos individuales.
- La educación no puede resolver por sí sola los problemas que plantea la ruptura (allí donde se da) del vínculo social. De ella cabe esperar, no obstante, que contribuya a desarrollar la voluntad de vivir juntos, factor básico de la cohesión social y de la identidad nacional.
- La escuela sólo puede llevar a buen puerto esta tarea si, por su parte, contribuye a la promoción e integración de los grupos minoritarios, movilizando a los propios interesados, cuya personalidad debe respetar.
- La democracia parece progresar según formas y etapas adaptadas a la situación de cada país. Pero su vitalidad se encuentra amenazada constantemente. Es en la escuela donde debe iniciarse la educación para una ciudadanía consciente y activa.
- En cierto modo, la ciudadanía democrática es un corolario de la virtud cívica. Pero puede fomentarse o estimularse mediante una instrucción y unas prácticas adaptadas a la sociedad de la comunicación y la información. Se trata de proporcionar claves de orientación con miras a reforzar la capacidad de comprender y de juzgar.
- Es tarea de la educación desarrollar tanto a los niños como a los adultos, las bases culturales que les permitan descifrar en la medida de lo posible el sentido de las mutaciones que están produciéndose. Para ello se requiere efectuar una selección en la masa de informaciones para poder interpretarlas mejor y situar los acontecimientos en una historia global.
- -Los sistemas educativos deben responder a los múltiples retos que les lanza la sociedad de la información, en función siempre de un enriquecimiento continuo de los conocimientos y del ejercicio de una ciudadanía adaptada a las exigencias de nuestra época.
Alain Touraine ha puesto en magnífica evidencia, los dilemas sustantivos de la educación de la actualidad. A la ausencia de interés por la educación ciudadana de parte de la sociedad industrial están sucediendo nuevas posibilidades para una “educación del sujeto”.
Touraine sostiene la tesis siguiente:
“Cuando el individuo deja de definirse en principio como miembro o ciudadano de una sociedad política, cuando se lo percibe en primer lugar en cuanto trabajador, la educación pierde su importancia, porque debe subordinarse a la actividad productiva y al desarrollo de la ciencia, las técnicas y al bienestar. Algunos sienten aún la tentación de no considerarla más que como una preparación para la vida que se denomina activa, y por lo tanto la de manejarla desde abajo, es decir, a partir de las demandas y capacidades del mercado. Pero en este caso, ¿puede hablarse todavía de ideas sobre la educación?. Seguramente no, porque dicha actitud significa no tener en cuenta en absoluto las demandas de los educadores, que se preocupan de su personalidad, su vida y proyectos personales, por las relaciones con sus padres y sus compañeros. No se puede hablar de educación cuando el individuo queda reducido a las funciones que debe asumir. Además, el porvenir profesional es poco previsible y para la mayor parte de quienes están hoy en la escuela implicará discontinuidades tan grandes que a ésta hay que pedirle ante todo que los prepare a aprender y cambiar y no que les permita adquirir competencias específicas que corren el riesgo de quedar superadas o resultarles muy pronto inútiles. Incluso se podría agregar, de manera más negativa, que es peligroso querer adaptar a los jóvenes a una situación de la sociedad económica que implica para ellos grandes posibilidades de desocupación o de pasar años en la precariedad. Así, pues nada debe dispensarnos de reflexionar sobre el tipo de educación que puede ayudar a resolver los efectos de la des-modernización en que nos encontramos y a fortalecer las posibilidades de los individuos de ser los Sujetos de su existencia”.
La recuperación de los valores de la modernidad (la re-modernidad) a nivel de la educación lleva a que Touraine plantee la idea de una “escuela de la comunicación”. La educación en su opinión debe ser la formación de una capacidad de actuar y de pensar en nombre de una libertad creadora personal que no puede desarrollarse sin contacto directo con las construcciones intelectuales, técnicas y morales del presente y del pasado.
Conclusión:
Una educación del sujeto se alimenta más de creación cultural que de actos de adecuación a programas o a una definición económica o administrativa de las profesiones. Siguiendo este registro, el programa de este principio de siglo debe ser el de una “educación democratizadora”, que se asigna la misión de fortalecer la capacidad y voluntad de ser actores de los individuos y enseñar a cada uno a reconocer en el Otro la misma libertad que en uno mismo, el mismo derecho a la individuación y a la defensa de los intereses sociales y valores culturales”.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.
- DELORS, JACQUES (1996): “La Educación Encierra un Tesoro”, Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre Educación para el Siglo XXI”, Santillana-UNESCO, Madrid.
- TOURAINE, ALAIN (1997): “¿Podremos Vivir Juntos?”, FCE, Buenos Aires.
- OSORIO, JORGE; CASTILLO, ADOLFO: “Hacia una Educación Ciudadana Latinoamericana", en EZE, (1997), “América Latina: entre el Desencanto y la Esperanza”, Santa Fe de Bogotá.
(Relecturas sobre nuevos paradigmas en educación y la formación de sujetos en Delors y Touraine)
Jorge Osorio Vargas
(Articulo actualizado al 20 de abril, 2011)
Voy a presentar algunas nuevas coordenadas para un debate, sobre el cual he tenido oportunidad de referirme en anteriores escritos y encuentros y en los cuales he planteado cuatro grandes mapas de la educación ciudadana en la actualidad:
- la idea y práctica de la ciudadanía desde la pedagogía crítica.
- el debate post-ilustrado sobre educación ciudadana.
- la pedagogía de la formación de sujetos.
- el modelo de competitividad y liderazgo democrático en las instituciones educativas.
En esta oportunidad me interesa rescatar dos registros, en el marco de la crisis de la política y de las formas de ejercitar la ciudadanía que ha dado lugar a una explosión de voces nuevas también en lo educativo: las posibilidades de una modernidad donde “aprendizaje es ciudadanía” y el reencantamiento por la “otra” educación.
Quizás el tema más decisivo para una reflexión acerca de la actualidad de la educación y de las políticas del aprendizaje permanente (Delors: 1997) sea el de la relación tensa entre productividad y vida ciudadana. En el marco de la globalización económica y la modernización de las tecnologías comunicacionales, la ampliación de los límites del poder humano sobre la vida cotidiana y sobre la “civilidad” en las relaciones sociales es un asunto que pone en jaque la idea misma de la modernidad.
¿Qué significa la ciudadanía? ¿Y qué educación se precisa para ejercerla plenamente?
Con el informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI, presidida por Jaques Delors, irrumpe en la reflexión educativa un paradigma de ciudadanía fundada en el derecho de todos(as) al aprendizaje durante toda la vida. Centrado en una visión optimista de las posibilidades de la sociedad del conocimiento, plantea la distribución social de los poderes y la exigencia de constituir una ciudad educadora consciente de las discriminaciones post-industriales, y a la vez, capaz de construir un nuevo altruismo y una idea de cooperación y solidaridad en el progreso.
Esta idea planetaria de una sociedad y de una educación sin exclusiones emerge como un horizonte ético que marca una nueva “estimativa moral” para la educación. Para Delors la ciudadanía es el aprendizaje, como derecho, como posibilidad de cooperación, como creación cultural, democratización del conocimiento y apertura a una manera solidaria de vivir.
En un ciclo tecno-instrumental de las políticas educativas, como el que vivimos en desde la década pasad, los planteamientos de Delors abren una ventana promisoria para pensar la educación desde una modernidad reconstituida con los anhelos y las sensibilidades del nuevo siglo.
Se habla cada vez con más insistencia de un nuevo “pacto o contrato educativo” que articule educación, productividad y ciudadanía en la neo-modernidad. Hemos soetnido que el asunto clave de la educación es la ciudadanía, los conocimientos y las capacidades que exige la formación del ciudadano(a) y las formas institucionales a través de la cual debe darse ese proceso formativo. La situación a resolver es si la actual escuela ,que fue creada como institución socializadora por excelencia, seguirá siéndolo en el futuro y si la “sociedad del aprendizaje” exigirá el mismo diseño escolar-institucional vigente hasta ahora. Los cambios productivos, sociales y comunicacionales han agotado el paradigma de la escuela capaz de movilizar la sociedad, de la escuela que enfatizó las “funciones” y entendió el fin de la educación como todo aquello que tenía utilidad social por sobre la formación del individuo en cuanto sujeto-ciudadano(a).
Después de un ciclo largo de primacía de un cierto utilitarismo social desarrollista y de una lectura tecno-instrumental de la educación centrada en el progreso y en la movilidad laboral de las personas, lo actual -lo neo-moderno- parece estar en la capacidad de hacer educación desde un contrato entre la libertad, la formación de sujetos y la democracia en cuanto diálogo cultural .Desde este horizonte de apreciación, la ciudadanía es educación comunicativa e intercultural, posibilidad de superación del quiebre de la solidaridad en el neoliberalismo.
2.
El Informe Delors es muy claro a la hora de plantearnos el programa de esta educación neo-moderna ( o neo paradigmática)
- La política de la educación debe diversificarse suficientemente y concebirse de modo que no constituya un factor adicional de exclusión.
- La socialización de cada individuo y desarrollo personal no deben ser dos factores antagonistas. Hay, pues, que tender hacia un sistema que se esfuerce en combinar las virtudes de la integración y el respeto de los derechos individuales.
- La educación no puede resolver por sí sola los problemas que plantea la ruptura (allí donde se da) del vínculo social. De ella cabe esperar, no obstante, que contribuya a desarrollar la voluntad de vivir juntos, factor básico de la cohesión social y de la identidad nacional.
- La escuela sólo puede llevar a buen puerto esta tarea si, por su parte, contribuye a la promoción e integración de los grupos minoritarios, movilizando a los propios interesados, cuya personalidad debe respetar.
- La democracia parece progresar según formas y etapas adaptadas a la situación de cada país. Pero su vitalidad se encuentra amenazada constantemente. Es en la escuela donde debe iniciarse la educación para una ciudadanía consciente y activa.
- En cierto modo, la ciudadanía democrática es un corolario de la virtud cívica. Pero puede fomentarse o estimularse mediante una instrucción y unas prácticas adaptadas a la sociedad de la comunicación y la información. Se trata de proporcionar claves de orientación con miras a reforzar la capacidad de comprender y de juzgar.
- Es tarea de la educación desarrollar tanto a los niños como a los adultos, las bases culturales que les permitan descifrar en la medida de lo posible el sentido de las mutaciones que están produciéndose. Para ello se requiere efectuar una selección en la masa de informaciones para poder interpretarlas mejor y situar los acontecimientos en una historia global.
- -Los sistemas educativos deben responder a los múltiples retos que les lanza la sociedad de la información, en función siempre de un enriquecimiento continuo de los conocimientos y del ejercicio de una ciudadanía adaptada a las exigencias de nuestra época.
Alain Touraine ha puesto en magnífica evidencia, los dilemas sustantivos de la educación de la actualidad. A la ausencia de interés por la educación ciudadana de parte de la sociedad industrial están sucediendo nuevas posibilidades para una “educación del sujeto”.
Touraine sostiene la tesis siguiente:
“Cuando el individuo deja de definirse en principio como miembro o ciudadano de una sociedad política, cuando se lo percibe en primer lugar en cuanto trabajador, la educación pierde su importancia, porque debe subordinarse a la actividad productiva y al desarrollo de la ciencia, las técnicas y al bienestar. Algunos sienten aún la tentación de no considerarla más que como una preparación para la vida que se denomina activa, y por lo tanto la de manejarla desde abajo, es decir, a partir de las demandas y capacidades del mercado. Pero en este caso, ¿puede hablarse todavía de ideas sobre la educación?. Seguramente no, porque dicha actitud significa no tener en cuenta en absoluto las demandas de los educadores, que se preocupan de su personalidad, su vida y proyectos personales, por las relaciones con sus padres y sus compañeros. No se puede hablar de educación cuando el individuo queda reducido a las funciones que debe asumir. Además, el porvenir profesional es poco previsible y para la mayor parte de quienes están hoy en la escuela implicará discontinuidades tan grandes que a ésta hay que pedirle ante todo que los prepare a aprender y cambiar y no que les permita adquirir competencias específicas que corren el riesgo de quedar superadas o resultarles muy pronto inútiles. Incluso se podría agregar, de manera más negativa, que es peligroso querer adaptar a los jóvenes a una situación de la sociedad económica que implica para ellos grandes posibilidades de desocupación o de pasar años en la precariedad. Así, pues nada debe dispensarnos de reflexionar sobre el tipo de educación que puede ayudar a resolver los efectos de la des-modernización en que nos encontramos y a fortalecer las posibilidades de los individuos de ser los Sujetos de su existencia”.
La recuperación de los valores de la modernidad (la re-modernidad) a nivel de la educación lleva a que Touraine plantee la idea de una “escuela de la comunicación”. La educación en su opinión debe ser la formación de una capacidad de actuar y de pensar en nombre de una libertad creadora personal que no puede desarrollarse sin contacto directo con las construcciones intelectuales, técnicas y morales del presente y del pasado.
Conclusión:
Una educación del sujeto se alimenta más de creación cultural que de actos de adecuación a programas o a una definición económica o administrativa de las profesiones. Siguiendo este registro, el programa de este principio de siglo debe ser el de una “educación democratizadora”, que se asigna la misión de fortalecer la capacidad y voluntad de ser actores de los individuos y enseñar a cada uno a reconocer en el Otro la misma libertad que en uno mismo, el mismo derecho a la individuación y a la defensa de los intereses sociales y valores culturales”.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.
- DELORS, JACQUES (1996): “La Educación Encierra un Tesoro”, Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre Educación para el Siglo XXI”, Santillana-UNESCO, Madrid.
- TOURAINE, ALAIN (1997): “¿Podremos Vivir Juntos?”, FCE, Buenos Aires.
- OSORIO, JORGE; CASTILLO, ADOLFO: “Hacia una Educación Ciudadana Latinoamericana", en EZE, (1997), “América Latina: entre el Desencanto y la Esperanza”, Santa Fe de Bogotá.
Comentarios
Publicar un comentario