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Empoderamiento Ciudadano y Redes Sociales

Por Jorge Osorio Vargas

Uno de los acontecimientos más relevantes de este inicio de siglo es el desarrollo de una vigorosa red de organizaciones de la sociedad civil (OSC), que se expresa bajo diversas modalidades en todos nuestros países y en la región. Inspiradas en valores de justicia social, desarrollo sustentable, no-discriminación y en la defensa y promoción de los derechos humanos estas organizaciones están abriendo un nuevo campo de actuación para muchos individuos y comunidades, a la vez que generan un fenómeno de creciente ciudadanización de las agendas políticas. Más allá de su peso cuantitativo, las OSC y sus redes representan un valor cualitativo pues son expresiones de proyectos y movimientos ciudadanos orientados a refundar muchas de las viejas y agotadas prácticas de hacer política. Sus planteamientos acerca de la necesidad de construir democracias participativas, de ejercer un control ciudadano de las políticas públicas y de recrear los procedimientos para establecer y debatir las agendas políticas son manifestaciones de un nuevo paradigma de la acción colectiva.

Tanto las instituciones multilaterales de ayuda al desarrollo como las organizaciones internacionales han reconocido el aporte y el significado de estas OSC y del rol que juegan sus redes a nivel global. En la décadas pasadas las distintas Cumbres convocadas por la ONU han permitido la consolidación de nuevos estilos de consulta y participación de la sociedad civil en los debates globales, así como se han configurado desde las propias OSC verdaderos observatorios sociales acerca del cumplimiento de los acuerdos que los gobiernos y las instituciones internacionales asumen en diferentes temas, especialmente en relación al medio ambiente, no-discriminación, derechos humanos, desarrollo social, derechos de la mujer, hábitat.

Las OSC han generado alianzas políticas a nivel global dando lugar a lo que se ha llamado el movimiento “altermundista”, conformándose un espacio de aprendizaje y movilización ciudadana que procura articular las dimensiones locales y globales que implica construir una nueva cultura democrática. Este movimiento, fundado en una lógica de redes y de aprendizaje continuo, ha relevado una agenda de profundización de la participación democrática, fortaleciendo los movimientos sociales y convocando a los partidos políticas a renovar sus proyectos y sus prácticas.

Esto último ha significado también una atención especial a la generación de instituciones de democracia participativa y deliberativa, que se sustente en la presencia y proximidad “de la política” en las comunidades, construyendo modos de practicar la democracia reflexivos y directos junto a renovados sistema de participación representativa.

Es evidente que esta posición reivindica el poder de la no-violencia activa, el carácter auto constituyente de los movimientos sociales y la lucha contra todo tipo de autoritarismo y no-discriminación.

Las movilizaciones ciudadanas globales, como respuestas a las crisis económicas de 2009 y la actual, han fortalecido el carácter catalizador y potenciador de las redes sociales usando las nuevas tecnologías de las comunicaciones con una perspectiva e empowerment. En tal contexto, es preciso actualizar las agenda ciudadanas locales y aprovechando la capacidad desarrollada por las OSC para hacer valer sus agendas a nivel global, la ampliación de sus campos de influencias, la consolidación de sus redes de información y la existencia de líderes (hombres y mujeres) que están encabezando movilizaciones destinadas a pensar y hacer posible sociedades justas.

Presencia de las OSC en las agendas globales

La actuación de las redes de las OSC en diferentes ámbitos temáticos y en eventos de diversa naturaleza referidos a políticas públicas, han permitido establecer un conjunto de metodologías que hoy forman parte de una nueva manera de ejercer una ciudadanía global:

  • El establecimiento de indicadores de cumplimiento de los acuerdos
  • La existencia de OSC fiscalizadoras a nivel nacional y global
  • La publicación de informes periódicos
  • La existencia de redes de información y de apoyo mutuo en las OSC
  • La difusión de agendas alternativas a las oficiales (sean de gobiernos o de organismos multilaterales)
  • El intercambio permanente de experiencia de trabajo y generación de sistemas de gestión del conocimiento para la acción pública de los ciudadanos(as)
  • La capacitación de liderazgos públicos habilitados para participar en las agendas políticas de los países y de los organismos multilaterales.

Sin embargo, junto a estas capacidades las OSC han establecido una serie de principios de actuación que expresan una ética de responsabilidad pública y que le da sentido a sus agendas nacionales y globales, como por ejemplo valorar el desarrollo de políticas que impliquen el cuidado del medio ambiente, la biodiversidad y los espacios naturales que permitan una vida humana saludable y el acceso y uso de bienes comunes universales como es el agua en cuanto un derecho humano.

La tarea es desarrollar plataformas de redes sociales para el empoderamiento ciudadano

Las redes de OSC enfrentan el desafío de trabajar por democracias participativas, deben potenciar canales de trabajo colaborativos, a diferentes escalas, y de manera construir sentidos comunes y formas de reciprocidad, que aseguren el desarrollo de movimientos ciudadanos más amplios y de incidencia política global. De igual modo, resulta clave construir acuerdos en torno a los contenidos de la movilización de las comunidades que exigen ejercer derechos específicos, en razón de su identidad o de demandas que realizan a la sociedad.
Las redes de OSC tienen junto con el ya indicado compromiso de construir acuerdos amplios que amplifiquen su actuación política, un rol educativo estratégico para generar acciones que permitan la expresión cultural diversa existente en las sociedades, y de esta manera, impulsar ámbitos de reconocimiento y de tolerancia. La diversidad debe ser fuente de pluralidad y de enriquecimiento social, nunca fuente de discriminación, violencia y persecución.
La acción educativa de las OSC debe dirigirse hacia el reconocimiento del principio de la diversidad como fuente de riqueza de una sociedad y a abolir toda forma social, legal y cultural de agresión, violación de los derechos humanos y discriminación.
En este ámbito, las OSC deben buscar alianzas con las escuelas, las universidades y los medios de comunicación, así como multiplicar sus iniciativas educativas, produciendo nuevos materiales y metodologías, así como recursos para apoyar el liderazgo público de las comunidades más activas.
Otro ámbito de intervención estratégica de las OSC es el de la movilización local-nacional en desarrollo de d las agendas públicas. Para ello, es fundamental habilitar a los movimientos sociales y a las propias OSC, de tal manera que ejerzan un liderazgo público sostenido. Requerimos establecer entre estos actores las bases de acuerdos amplios que enmarquen estrategias metodológicas y generen prioridades de actuación. Del mismo modo, es preciso suscribir bajo diversas modalidades acuerdos éticos y políticos que involucren a actores claves en la toma de decisiones. Sin embargo, esta estrategia no será viable si no se consolidan las OSC, sino son capaces de hacer seguimiento a estos acuerdos, de relacionarse con redes globales, mantener la fiscalización de los acuerdos internacionales y generar permanentemente iniciativas legales que concreten sus demandas sociales y culturales.
Esta perspectiva de construir alianzas amplias nos abre la posibilidad de fortalecer las acciones colectivas, la globalización de nuestras demandas y el desarrollo de principios de reciprocidad entre movimientos ciudadanos diversos que trabajan para el propósito común de construir sociedades justas sustentables y democráticas.



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